La primera historia de la retórica
(Platón, Fedro, 266d7-267d7)
The
first history of rhetoric
(Plato, Phaedrus, 266d7-267d7)
Gerardo
Ramírez Vidal
grvidal18@gmail.com
UNAM
Instituto
de Investigaciones Filológicas
Ciudad de
México, México
Fecha de recepción: 12-12-16
Fecha de aceptación: 26-01-17
Ramírez
Vidal, G. (2017). La primera historia de la retórica (Platón, Fedro,
266d7-267d7).
Quadripartita Ratio: Revista de Retórica y Argumentación, 2(4), 28-39. ISSN: 2448-6485
[28]
Resumen: En sus diálogos, Platón critica la retórica que habían elaborado los
maestros de ese arte. Esto sucede sobre todo en el Gorgias y el Fedro.
En el primero de ambos refuta sobre todo los fundamentos ontológicos y morales
de la retórica (su naturaleza y sus fines); en el segundo, los elementos
materiales y epistémicos (sus contenidos y su desinterés por la verdad). Como
bien se sabe, en el Fedro Platón propone una retórica dialéctica
en oposición a la retórica sofística (que era una retórica política), de modo
que describe los fundamentos de su propuesta y muestra las deficiencias
formales y epistémicas de la otra. Para ofrecer una idea clara de lo que dice,
Platón reúne los abundantes conocimientos que los teóricos habían aportado a
esa disciplina y los ordena de una manera diferente. La descripción contiene
nombres de teóricos del discurso y conceptos que dan cuenta de la riqueza que
esa disciplina había adquirido en la época dramática del Fedro. En este trabajo
contextualizo el pasaje 266d7-267d7 del Fedro, resalto el criterio
que Platón pudo haber seguido en su relación de los maestros del discurso y
en la selección de los elementos retóricos, y explico y reordeno los conceptos
registrados en una probable propuesta platónica de un sistema teórico-práctico
de la retórica.
Palabras clave:
historia de la retórica, Platón, retórica dialéctica, Fedro, sistema retórico.
Abstract: In his dialogues Plato criticizes the rhetoric developed by the professors of that art, especially in Gorgias and Phaedrus. In the first of them, he refutes above all the ontological and moral grounds of rhetoric (its nature and its goals); in the second, the material and epistemic elements (its contents and its disregard for the truth). As it is well known, in Phaedrus Plato proposes a dialectical rhetoric in opposition to the sophistical one (which was a political rhetoric), so that he describes the foundations of his proposal and shows the formal and epistemic deficiencies of the other. To give a clear idea of what he says, Plato brings together the abundant knowledge that theorists had offered to that discipline and orders it in a different way. The description contains names of discourse theorists and concepts that account for the wealth that discipline had acquired in the dramatic date of the Phaedrus. In this paper, I contextualize the passage 266d7-267d7 of Phaedrus, I highlight the criterion Plato could have followed in his account of rhetoricians and in the selection of the rhetorical elements, and I explain and order the retrieved concepts in a probable Platonic proposal of a theoretical-practical system of rhetoric.
Keywords: History of rhetoric, Plato, dialectical rhetoric, Phaedrus, rhetorical system.
[29]
1. Los Dissoi logoi en torno a la retórica en Platón
Es de sobra conocida la
importancia que Platón otorga en sus diálogos a la retórica, aunque se piensa
que lo hace con el fin de vituperarla y zaherirla, dando origen así a la eterna
oposición entre retórica y filosofía. Se ha supuesto que el filósofo habría
compuesto el diálogo Gorgias
para hacer objeto de sus ataques no sólo al arte mismo, sino también al sofista
contra quien dirige esa obra y a su discípulo Isócrates,
quien fuera el más connotado maestro de ese arte y el adversario más importante
del filósofo ateniense. La determinación y fuerza con que Platón llevó a cabo
su tarea de denuncia habrían rendido frutos perdurables y firmes, pues los
ataques que se encuentran en el diálogo citado ponen en alerta sobre la
peligrosidad de ese arte de la palabra, el cual no sólo carece de fundamentos
epistemológicos, al preferir la apariencia de verdad a la verdad misma, sino
también promueve prácticas inmorales, pues los maestros de ese arte,
interesados en los beneficios económicos, vendían al mejor postor sus falsos
conocimientos. Gracias al filósofo, ese engaño habría quedado al descubierto.
Esa imagen negativa de la
retórica pervive aún entre algunos filósofos y predomina en los usos cotidianos
de la palabra, pero en general ya ha sido refutada desde el siglo xix por numerosos pensadores como George Grote en su estupenda History of Greece y, en particular, por Friedrich Nietzsche, quien propugnaba por que la perenne
tarea de la filosofía fuera la de “invertir el platonismo” (Heredia Ríos,
2011). Pero fue sobre todo a mediados del siglo pasado cuando se extendió una
oleada reivindicatoria tanto de la sofistica como de la retórica. El cambio de
paradigma que desde entonces se ha ido extendiendo contiene un fuerte
componente antiplatónico que se manifiesta en
inversión de las dicotomías verdad-verosímil, modernismo-posmodernismo,
universalidad-relativismo, fundacionalismo-antifundacionalismo,
etcétera. Así, con la crítica al pensamiento moderno, ha emergido una nueva
filosofía o un nuevo humanismo, con personajes como Deleuze,
Foucault, Derrida, Rorty, Habermas y muchos otros, algunos de los cuales incluso se
autoproclaman como “sofistas”.
El giro retórico ha significado una revuelta antiplatónica,
pues se ha intentado refutar los fundamentos platónicos sobre la verdad y la
univocidad del lenguaje y su totalitarismo epistémico (véase en particular K. Popper, 1992). La afirmación de Nietzsche (2000: 93-95) de
que todo lenguaje es retórico tanto porque transmitimos doxa, no epistêmê, como porque las
palabras son en última instancia figuras[1], se
encuentra en la base de la idea opuesta a la platónica en relación con la
retórica. Todo aquello que Platón consideraba que se encontraba fuera del
ámbito del logos, todo aquello que él
consideraba suplementario, para Derrida constituye la
esencia del lenguaje[2].
Sin embargo, la oposición que
se ha establecido entre, por un lado, la tendencia platónica de rechazo a la
retórica política y, por el otro, el rescate contemporáneo de una retórica
sofística no tiene bases firmes. Se pueden argüir dos razones entre otras. La
primera es que Platón no puede caracterizarse sólo como el filósofo del kosmos o de la
verdad o del mundo inteligible, pues al mismo tiempo él dedicó muy finos
análisis a la opinión y a sus mecanismos [30] y se interrogó también sobre el
mundo sensible y corpóreo, no siempre en contra de todo ello (véase Chiaradonna, 2001). Es cierto que Platón rechaza la poesía
y los mitos, pero no de manera absoluta, y con frecuencia hace uso de ellos.
Ama la verdad sobre todas las cosas, pero no rechaza de manera tajante la
mentira. Los conceptos tienen con frecuencia doble sentido, como el fármaco que
es a la vez medicina y veneno. En consecuencia, junto al Platón del orden y del
mundo ideal encontramos al otro Platón estudioso del chaos y de la persuasión.
En segundo lugar, Platón no se
opone a la retórica de manera absoluta por un hecho muy simple: no existe
ningún tratado de retórica y ninguna reflexión sistemática en torno a la
retórica como arte antes de que Platón escribiera sus diálogos, de manera que
las abundantes referencias de los modernos a las artes retóricas sofísticas no
provienen de las obras de los sofistas. Por ejemplo, los especialistas se
refieren con frecuencia a la retórica de Gorgias, de
quien sólo se conservan ejercicios epidícticos, pero
ningún manual de retórica. El solo testimonio de Platón no nos autoriza a
afirmar siquiera que Gorgias, el político de Leontini, hubiera sido maestro de retórica, profesión que
sí puede atribuirse al personaje literario que aparece con ese nombre en los
diálogos. Además, la retórica sufre también de una disociación: una buena y
otra mala.
Debido
en parte a lo anterior, hoy se tiende a rechazar la idea de un Platón opuesto a
la retórica y de una retórica sofística opuesta a la platónica. Se tiende a
pensar más bien que Platón había desarrollado su propia teoría retórica, e
inclusive se llega a rechazar que hubiera existido una disciplina retórica
antes de los diálogos platónicos. Thomas Cole (1991: 89) afirma tajante que “la
radical claridad con la que Platón y Aristóteles establecieron y mantuvieron su
jerarquía los aparta de sus contemporáneos y antecesores y los hace a ellos (no
a Tisas, a Córax o a sus
sucesores) los verdaderos fundadores tanto de la retórica como de la
filosofía”, afirmación que ahora muchos especialistas asumen (véase, por
ejemplo, Schiappa, 1999: 28-29).
Si
no existe una retórica sofística y tampoco un rechazo platónico de la retórica,
entonces ¿qué existe? Si entendemos por retórica una disciplina teórica y
sistemática, lo que existe es sólo la retórica platónica, de manera que Platón
se habría opuesto a prácticas oratorias y nociones teóricas dispersas que no
llegaban a constituir una verdadera arte retórica. Pero si entendemos la
retórica como una paideia tôn logôn, es decir, como una actividad pedagógica
discursiva orientada a la elaboración de discursos eficaces y donde los
conocimientos teóricos tienen una importancia secundaria frente a las
capacidades naturales de los ciudadanos y la práctica constante, enseñanza que
tiene además un carácter utilitario y una función política, entonces existe
tanto la retórica platónica como la retórica política, que no es teoría sino
praxis o una mezcla de ambas, y es esa enseñanza contra la que dirige Platón
sus críticas, aunque también se aprovecha de los preceptos o de los principios
de ella. Yo asumo ambos sentidos de la palabra (el puramente teórico y el
teórico-práctico o educativo en el ámbito político), y creo que no haber hecho
caso de esta distinción ha sido causa de muchas confusiones. Además, creo que
existen no sólo la retórica teórico-filosófica y la política, sino que a ellas
se fueron agregando otras retóricas diferentes, pero emparentadas con las
anteriores: la retórica literaria, la religiosa, la epistolográfica
y en tiempos recientes la periodística o la digital, entre otras.
2. El contexto textual del pasaje del Fedro
Con las aclaraciones
anteriores, en las siguientes páginas me propongo estudiar lo que he denominado
la primera historia de la retórica,
la cual se encuentra en el diálogo intitulado Fedro, que es una retórica
política, es decir, fundamentalmente práctica y orientada a la enseñanza
política. Posteriormente, Aristóteles elaborará su propia versión acerca de los
orígenes y el desarrollo de esta paideia que habría comenzado con Córax
y Tisias, asunto que no voy a tratar aquí.
Antes de
abordar el tema indicado, intentaré contextualizar brevemente el diálogo y el
pasaje mencionados y ofrecer algunas explicaciones que me permitirán ser más
claro.
[31]
En primer lugar, se puede
afirmar que la finalidad fundamental de los diálogos platónicos es una
enseñanza política y que a ello se debe que la retórica, íntimamente ligada a
la política, sea uno de los temas recurrentes del filósofo ateniense. Por ello,
no debe extrañar que él se refiera a la retórica en general en la gran mayoría
de sus diálogos y que, en algunos de ellos, sea esa retórica el objeto
principal de sus discusiones[3]. Entre estos
últimos destacan sobre todo el Gorgias y el Fedro.
Una revisión incluso
superficial permite observar un proceso en el pensamiento de Platón en relación
con el discurso político y su enseñanza. La posición inicial, que aparece sobre
todo en el Gorgias,
es de rechazo. Se presenta en ese diálogo una dura crítica contra la retórica
política enseñada en las escuelas de Gorgias y de Isócrates. En esencia, la crítica se centra en presentar
esa disciplina como un conocimiento aparente, frente al verdadero de la
filosofía. A pesar de que se encuentra claramente orientada a un tipo de
retórica, esto es, a la de la práctica política, se ha presentado este diálogo
como expresión del rechazo filosófico de la retórica en general. Platón
considera que la retórica debe orientarse a la persuasión en el foro o en la
asamblea y en cualquier otra reunión política (Grg. 452e).
Un segundo momento se
encuentra en la República, donde la
retórica tiene un papel importante, pues, aunque no se discute directamente
acerca de ella, se integra en la forma en que gobiernan los reyes filósofos.
Ahí describe el empleo de una retórica autoritaria —en cuanto emana de los
gobernantes— y despótica —en cuanto los dueños ordenan a los esclavos—; un
discurso que ni persuade ni instruye (Yunis, 1996:
172). Además, en el mismo diálogo se considera otra retórica: la epidíctica, muy importante en la educación de los miembros
de la ciudad. Los guardianes deben ser poseedores de ese saber, mas no los ciudadanos. No existe la retórica deliberativa ni
la judicial, pues las decisiones de este género están en manos de los
gobernantes.
El tercer momento aparece en
el Fedro, inmediatamente posterior a la República; ahí el filósofo presenta los
fundamentos de una retórica holística, de la que hablaremos en seguida. Por
último, en las Leyes podrá observarse
el epílogo del proceso: se acepta el discurso político, aunque su función debe
ser instructiva (Lg.
857e, y el comentario de Yunis, 1996: 221-223). De
tal modo, encontramos en los diálogos de Platón varios modelos
retórico-discursivos teóricos y pragmáticos.
El Fedro es una pieza importante en
todo este desarrollo que, a mi juicio, ofrece la única propuesta universal que
se haya presentado desde la Antigüedad a nuestros días, pero sólo aparece
delineada, no desarrollada. El título completo del diálogo que es objeto de mi
atención es Fedro o del amor. Es un título engañoso, como
otros muchos del mismo autor, y ya en la Antigüedad había discusiones al
respecto. Hermias (In Platonis Phaedrum
scholia: p. 8, ll. 16-21), un antiguo
comentarista de este diálogo, indica que algunos consideraban que la obra
trataba sobre el amor, pues de este asunto trata el discurso inicial del
logógrafo Lisias, objeto de las críticas de Sócrates; pero señala que para
otros autores más bien trataba de retórica, porque era el motivo verdadero del
discurso de Lisias y porque con sus propios discursos y sus comentarios
Sócrates refutaba a aquel famoso orador en torno a cómo debe escribirse una
obra de ese género[4]. A mi juicio,
el diálogo tiene como finalidad principal ofrecer un programa filosófico sobre
la retórica.
Luego de ver el tema y la
finalidad, veamos ahora el contenido. El diálogo se divide en dos partes. En la
primera se encuentran los tres discursos sobre el amor: uno escrito por Lisias
y leído por un joven ateniense llamado Fedro, un
admirador de Sócrates; los otros dos discursos son pronunciados por el propio
Sócrates, de manera improvisada. El propósito de Platón-Sócrates es mostrar las
diferencias entre un discurso mal hecho y otros bien hechos, y enseñar a los
lectores cómo se hace un buen discurso. En la segunda parte se discurre acerca
de cómo debe componerse un discurso, con base en los ejemplos que [32] ya antes
se han mostrado. Ambas partes conforman una unidad y son eminentemente
retóricas. Pero me centraré en la segunda, en la que Platón presenta sus ideas
acerca de lo que debería ser la retórica, y donde se encuentra el pasaje que
luego analizaré.
Pero antes de ello,
permítaseme hacer dos observaciones: la primera tiene el propósito de mostrar
que Platón se refiere en particular a la retórica filosófica y que combina la
teoría con la praxis; la segunda es que la retórica filosófica puede subsumir o
abarcar la retórica práctica de los políticos.
Platón tiene una maravillosa
concepción de la palabra. Afirma el filósofo que las palabras, cuando se
siembran con conocimiento, tienen el poder de ayudarse a sí mismas y a quien
las siembra, y resultan sumamente fructíferas, pues portan una semilla de donde
brotan otras palabras en los hombres, las cuales de nueva cuenta producen esta
semilla imperecedera, capaz de hacer que quien la posea goce de la mayor
felicidad posible para un ser humano (Pl. Phdr. 276e-277a)[5]. Como podrá
observarse, el conocimiento es el fundamento de la verdadera retórica, lo que
se refuerza con la siguiente afirmación: “un arte verdadero de la palabra sin
estar unido a la verdad ni existe ni jamás existirá” (Pl. Phdr. 260e6-7)[6]. Así, el
orador debe ser conocedor de la verdad. Pero esto no sucede en los tribunales,
donde ni los jueces requieren conocer lo que es realmente justo, sino lo que es
justo en opinión de la mayoría[7], ni el
orador sabe distinguir entre el bien y el mal, sino que fundamenta su discurso
en las opiniones de la gente.
En suma, Platón caracteriza al
discurso filosófico y descalifica a la retórica política, pero no es obtuso.
Hace dos agregados importantes:
a) La retórica filosófica
requiere de la retórica práctica. En el diálogo, se personifica a la retórica,
que aparece diciendo que el orador debe, en efecto, ser conocedor de la verdad,
pero hace un agregado importante: “sin mí, no será más fácil persuadir con arte
a quien conozca las cosas verdaderas” (Phdr. 260d). En otras palabras, también los filósofos
necesitan de la retórica. También los filósofos necesitan hablar y escribir, no
sólo pensar.
b) Platón no
plantea una retórica restringida al discurso filosófico, sino una retórica
holística, es decir, universal, que abarque cualquier tipo de discursos,
incluido el judicial, pero un discurso judicial reformado, pues para Platón no
es vergonzoso escribir discursos para que sean pronunciados en el tribunal. Lo
que sí es vergonzoso es no hablar ni escribir bien.
3. Elementos de la retórica
platónica en el Fedro
Dicho todo lo
anterior, será posible ahora describir los componentes de la retórica holística
platónica de acuerdo con los principios, el método y los contenidos.
a)
Campo, objeto, naturaleza y fines de la retórica platónica
El campo de la retórica
platónica es universal porque abarca tanto los discursos ya escritos, como los
que habrán de escribirse; tanto los discursos políticos (deliberativos,
judiciales y epidícticos) [33] como los privados y
tanto los textos en prosa, como en verso[8]. Asimismo,
esta retórica holística aborda cualquier tipo de asuntos, no importa si son
importantes o no[9], en
oposición a Isócrates, quien limitaba el ámbito de la
retórica a los problemas políticos de mayor relevancia.
Uno de los
más interesantes pasajes donde se mencionan esas ideas es el siguiente:
¿Entonces, no
será el arte retórico en su totalidad (to holon) una especie de
conducción de las almas (psykhagôgía tis) mediante
discursos, no sólo en los tribunales y en las demás reuniones públicas, sino también
en las privadas, la misma ya sea se trate de asuntos insignificantes como de
importantes […]? (Pl. Phdr.
261a6-8)[10].
Me detendré
un poco más en la idea de que la retórica abarca tanto el ámbito público como
el privado, hecho explícito en el Fedro. En este
diálogo, el joven Fedro, único interlocutor de
Sócrates, se asombra de las palabras del maestro, pues desconoce por completo
que el campo de la retórica fuera tan amplio. Para él la retórica tradicional
es esencialmente política, ya sea la de los tribunales como la de las
asambleas. Pero desconoce la privada. ¿Cuál es esta retórica privada? La
respuesta viene en los pasajes siguientes, donde se presentan los fines de cada
género discursivo. Dos de estos son los tradicionales: el forense tiene como fines
lo justo y lo injusto, y el deliberativo aborda lo bueno y lo malo, que
equivalen a lo útil y lo nocivo en la Retórica
de Aristóteles (Pl. Phdr.
261c10)[11]. En cambio,
en vez del género epidíctico, que completa la tríada
canónica de los géneros retóricos, introduce un género diferente del
aristotélico de la siguiente manera:
Sóc.-
¿Entonces, no sabemos que el Palamedes eleático habla
con tal arte que hace que las mismas cosas parezcan a quienes escuchan iguales
o diferentes, una sola o muchas, inmóviles y móviles? (Pl. Phdr. 261d5-7)[12].
El pasaje se refiere al ámbito
filosófico: lo igual y lo distinto, lo uno y lo múltiple y lo inmóvil y lo
móvil. Se ha supuesto que Platón se refiere a los filósofos de Elea en general, o a Zenón, en particular; pero también
puede referirse a Alcidamante, de modo que habría un
error en la tradición manuscrita[13]. De
cualquier modo, podemos suponer que aquí se presentan sólo algunos ejemplos de
los temas filosóficos que podrían formar parte de los intereses retóricos, pero
no se agotan.
[34]
b) El método
de la retórica holística
En el Fedro, Platón
propugna por una retórica holística que abarca todo tipo de discursos, pero no
se conforma con generalidades, sino que indica un método, o mejor, una serie de
pasos que deberán seguirse. El primer paso consiste en saber si el asunto del
que se trata es seguro o dudoso. Así, cuando alguien dice “hierro” o “plata” se
está refiriendo a algo que todos saben claramente qué es; cuando se trata del
“amor”, en cambio, no hay acuerdo. La retórica, entonces, debe empezar por
hacer esta división. El segundo paso es definir correctamente el asunto del que
se trata desde el principio y en torno al cual se debe construir el discurso.
En tercer lugar, se debe seguir un orden: al principio lo primero, en segundo
lo que debe ir en segundo y así sucesivamente, excepto cuando la necesidad
compositiva exija otro orden, en la idea de que todo discurso debe estar
construido como un ser viviente, con todas sus partes constituyentes
relacionadas entre sí y con el todo. Sócrates critica ásperamente a Lisias por
haber construido su discurso en torno a lo que se encuentra al final. El cuarto
y último paso indica que se debe proceder a las divisiones en elementos, según
las articulaciones naturales, y a ver el todo en su unidad. Así, sólo quien
domina este arte de las divisiones y uniones es capaz de pensar y de hablar. Y
ese arte es la dialéctica. El modelo retórico platónico se corona con la
dialéctica.
c) Los
contenidos
Lo que se ha
dicho no es todo lo que compete a la retórica platónica, sino sólo las bases. A
ello deben agregarse los contenidos de los manuales de retórica que él
aprovecha. Es decir: “Las cosas que se encuentran escritas en los libros acerca
del arte de las palabras” (Pl. Phdr. 266d5-6)[14]. En griego
aparece simplemente ta, “las cosas”, que pueden ser
“preceptos” o cualquier otra cosa que se encuentra en los libros que tratan de
la tekhnê tôn logôn, expresión que se acostumbra traducir como “arte
retórica” o “arte oratoria”, pero que es más bien, “arte de los discursos”, ya
se refieran a los discursos políticos o al diálogo o a cualquier otro tipo de
expresión o de razonamiento.
En
seguida, Platón hace un recuento de todos los numerosos conocimientos técnicos
retóricos alcanzados hasta su época, pero lo hace de una manera singular,
ordenando todo ello, poniendo al principio lo primero y así sucesivamente; es
decir, aplicando el tercero de los principios de la dialéctica, el del
principio orgánico. Este es uno de los grandes aportes teóricos de Platón a la
historia de la retórica: su reorganización metódica de la historia de los
hechos retóricos que no son retórica pura, sino una serie de prácticas
discursivas que se fueron acumulando sin formar un cuerpo único y sistemático.
Esta labor le correspondía no a un maestro de política que mostraba los
discursos ya elaborados, como el zapatero que entrega zapatos mas no enseña la
técnica para su elaboración, sino a un filósofo preocupado como Platón por el
discurso oral y escrito. He aquí, entonces, que este filósofo ordena los
saberes retóricos en un cuerpo único que se muestra enseguida.
[35]
4. Texto (Phdr. 266d7-267d7)[15]:
266d7 e1 e5 267a1 a5 b 5 10 c
5
d
5 |
ΣΩ. [...] προοίμιον μὲν οἶμαι πρῶτον ὡς δεῖ τοῦ λόγου λέγεσθαι ἐν ἀρχῇ· ταῦτα λέγεις —ἦ γάρ;— τὰ κομψὰ τῆς τέχνης; ΦΑΙ. Ναί. ΣΩ. Δεύτερον δὲ δὴ διήγησίν τινα μαρτυρίας τ’ ἐπ’ αὐτῇ, τρίτον τεκμήρια, τέταρτον εἰκότα· καὶ πίστωσιν οἶμαι καὶ ἐπιπίστωσιν λέγειν τόν γε βέλτιστον λογοδαίδαλον Βυζάντιον ἄνδρα. ΦΑΙ. Τὸν χρηστὸν λέγεις Θεόδωρον; ΣΩ. Τί μήν; καὶ ἔλεγχόν γε καὶ ἐπεξέλεγχον ὡς ποιητέον ἐν κατηγορίᾳ τε καὶ ἀπολογίᾳ. τὸν δὲ κάλλιστον Πάριον Εὐηνὸν ἐς μέσον οὐκ ἄγομεν; ὃς ὑποδήλωσίν τε πρῶτος ηὗρεν καὶ παρεπαίνους—οἱ δ’ αὐτὸν καὶ παραψόγους φασὶν ἐν μέτρῳ λέγειν μνήμης χάριν, σοφὸς γὰρ ἁνήρ. Τεισίαν δὲ Γοργίαν τε ἐάσομεν εὕδειν, οἳ πρὸ τῶν ἀληθῶν τὰ εἰκότα εἶδον ὡς τιμητέα μᾶλλον, τά τε αὖ σμικρὰ μεγάλα καὶ τὰ μεγάλα σμικρὰ φαίνεσθαι ποιοῦσιν διὰ ῥώμην λόγου, καινά τε ἀρχαίως τά τ’ ἐναντία καινῶς, συντομίαν τε λόγων καὶ ἄπειρα μήκη περὶ πάντων ἀνηῦρον; ταῦτα δὲ ἀκούων ποτέ μου Πρόδικος ἐγέλασεν, καὶ μόνος αὐτὸς ηὑρηκέναι ἔφη ὧν δεῖ λόγων τέχνην· δεῖν δὲ οὔτε μακρῶν οὔτε βραχέων ἀλλὰ μετρίων. ΦΑΙ. Σοφώτατά γε, ὦ Πρόδικε. ΣΩ. Ἱππίαν δὲ οὐ λέγομεν; οἶμαι γὰρ ἂν σύμψηφον αὐτῷ καὶ τὸν Ἠλεῖον ξένον γενέσθαι. ΦΑΙ. Τί δ’ οὔ; ΣΩ. Τὰ δὲ Πώλου πῶς φράσωμεν αὖ μουσεῖα λόγων —ὡς διπλασιολογίαν καὶ γνωμολογίαν καὶ εἰκονολογίαν— ὀνομάτων τε Λικυμνίων ἃ ἐκείνῳ ἐδωρήσατο πρὸς ποίησιν εὐεπείας; ΦΑΙ. Πρωταγόρεια δέ, ὦ Σώκρατες, οὐκ ἦν μέντοι τοιαῦτ’ ἄττα; ΣΩ. Ὀρθοέπειά γέ τις, ὦ παῖ, καὶ ἄλλα πολλὰ καὶ καλά. τῶν γε μὴν οἰκτρογόων ἐπὶ γῆρας καὶ πενίαν ἑλκομένων λόγων κεκρατηκέναι τέχνῃ μοι φαίνεται τὸ τοῦ Χαλκηδονίου σθένος, ὀργίσαι τε αὖ πολλοὺς ἅμα δεινὸς ἁνὴρ γέγονεν, καὶ πάλιν ὠργισμένοις ἐπᾴδων κηλεῖν, ὡς ἔφη· διαβάλλειν τε καὶ ἀπολύσασθαι διαβολὰς ὁθενδὴ κράτιστος. τὸ δὲ δὴ τέλος τῶν λόγων κοινῇ πᾶσιν ἔοικε συνδεδογμένον εἶναι, ᾧ τινες μὲν ἐπάνοδον, ἄλλοι δ’ ἄλλο τίθενται ὄνομα. ΦΑΙ. Τὸ ἐν κεφαλαίῳ ἕκαστα λέγεις ὑπομνῆσαι ἐπὶ τελευτῆς τοὺς ἀκούοντας περὶ τῶν εἰρημένων; |
[36]
Sóc.
—[...] El proemio
pienso que es lo primero que se debe decir al principio del discurso. ¿A esto llamas
refinamientos del arte? ¿O no es así?
Fed.
—Sí.
Sóc.
—En segundo lugar, la narración y testimonios sobre ella; en tercero, las evidencias, y, en cuarto, los verosímiles. Pienso que también se
refiere a la prueba y a la prueba adicional el hombre de Bizancio,
ciertamente el máximo artífice del discurso.
Fed.
—¿Te refieres al noble Teodoro?
Sóc.
—¿Y a quién más? Y la refutación y la refutación
adicional, cómo debe hacerse tanto en la acusación como en la defensa. ¿Y
no traemos a colación al óptimo Eveno de Paros, el
primero que inventó la prueba matizada,
los elogios dobles? Algunos afirman
que él incluso puso en verso algunos reproches
dobles por razones nemotécnicas, pues era un gran versificador. Y a Tisias y a Gorgias, ¿los vamos a
dejar dormir, quienes saben que, frente a los argumentos verdaderos, los
verosímiles se deben considerar más dignos de crédito y, a su vez, hacen que
las cosas pequeñas parezcan grandes y las grandes pequeñas, gracias a la fuerza
del discurso, y las nuevas con términos antiguos y lo contrario con palabras
nuevas, y descubrieron la brevedad discursiva y la extensión indefinida en
cualquier asunto? En cierta ocasión, cuando me escuchaba decir estas cosas, Pródico sonrió y dijo que él era el único que había descubierto
de qué cosas requiere el arte: no requiere ni de largos desarrollos ni de
cortos, sino a la medida.
Fed.
—Palabras ingeniosas, en verdad, oh Pródico.
Sóc.
—¿Ahora no hablamos de Hipias?
Pienso, en efecto, que incluso el extranjero de Elis
le daría el mismo voto.
Fed.
—¿Y por qué no?
Sóc.
—¿Y cómo mostraremos los Museos de palabras de Polo
—como la reduplicación, el estilo sentencioso y las imágenes—, y de los términos licimnios, los que a aquel obsequió para la composición de
un canto?
Fed.
—¿Y los artificios protagoreos,
Sócrates, no eran como los anteriores?
Sóc.
—Sí, querido, alguna corrección expresiva
y muchas otras buenas estrategias. Pero, de los discursos lastimeros
aplicados a la vejez y la pobreza, me parece que domina un arte: el poder del
calcedonio, un hombre que ha llegado a ser al mismo tiempo diestro en irritar a
la multitud y volver a encantar a los irritados con sus hechizos, como él
decía, y es el más poderoso en calumniar y en anular las calumnias de quien
sea.
En
cuanto al final de los discursos, parece que todos están de común acuerdo, al
que algunos han puesto como nombre recapitulación
y otros, otro distinto.
Fed. —¿En cuanto al resumen,
dices que se recuerde a los oyentes, al final, cada uno de los puntos de lo que
se ha dicho?
5. Comentarios
a)
Se ha considerado que este pasaje es una réplica de
los manuales de la época (Cole, 1991: 131). La hipótesis debe desecharse,
porque no existen tratados del siglo v que la sustenten; además, la enseñanza
del discurso político no tenía la regularidad que se le atribuye en la época en
que el diálogo fue escrito. Los casos de Alcidamante
y de Isócrates, ambos de la escuela de Gorgias, prueban lo anterior. Es probable que Platón
hubiera unido datos de modo que diera la sensación de caos, atribuible a los
sofistas. Sin embargo, Platón parece que habla en serio y que está haciendo ese
trabajo teórico de establecer un orden en el chaos.
b) La
descripción citada se basa en el principio del orden orgánico del discurso, en
donde lo primero va en primer lugar, lo segundo en segundo, y así
sucesivamente. La comparación de las partes del discurso y las del ser humano
es típicamente platónica, según Th. Cole (1991: 17).
c)
De manera más específica, se puede observar que el
orden de presentación se basa en las partes del discurso. Platón se refiere
primero al exordio (1), luego a la narración y testimonios (2), en las que no
se detiene, tal vez por ser bien conocidas; continúa, en tercer lugar, con las
evidencias o tekmêria
(3) y en cuarto con los verosímiles o eikota (4), todo ello muy brevemente, en seis renglones. Sin
embargo, la numeración se detiene en la cuarta parte. A partir de ahí, en 32
líneas, continúa un amplio [37] registro de nociones discursivas y de autores,
pero ya sin indicación de sucesión: la prueba (5) y la prueba adicional (6);
elementos de la refutación, en el discurso judicial: la refutación (7) y la
refutación adicional (8), y otros (9-13). Luego continúa con diversos aspectos
relativos al estilo (14-19). Prosigue con las emociones (20-22), que podrían
pertenecer al epílogo junto con la recapitulación. De tal manera, la estructura
de esta parte se puede representar como sigue:
[1] [2] |
Exordio Narración |
[Confirmación.
3-6:] [Refutación.
7-12:] |
Prueba y prueba
adicional, evidencias y verosímiles. Refutación
y refutación adicional, prueba marizada, elogios dobles, reproches dobles,
verosímiles. |
[Estilo.
13-19:] |
Amplificación
y empequeñecimiento; uso de términos arcaicos y novedosos, concisión o συντομίαν
τε λόγων,
prolijidad o ἄπειρα μήκη,
redundancia, hablar sentencioso e imágenes. |
[Epílogo:] [a. Emociones. 20-22:] |
Consolación
(o lamentación), ira y calma, y calumnia y supresión de calumnias. |
[b. Recapitulación. 23] |
|
d) Platón ofrece
una selección de diez maestros de retórica que vivieron en el siglo V: Teodoro
de Bizancio, Eveno de Paros, Tisias,
Gorgias, Pródico, Hipias, Polo, Licimnio, Protágoras y Trasímaco de
Calcedonia[16]. Todos ellos
aparecen como reputados maestros y algunos reciben grandes elogios. Teodoro es
calificado como el máximo artífice del discurso, aunque los autores antiguos no
lo apreciaban mucho (véase Dionisio de Halicarnaso, Iseo, 14); Eveno
de Paros, como óptimo y sophós.
Platón muestra un cuadro opuesto al que estamos acostumbrados, y podemos pensar
que se trata de una ironía o bien que el filósofo revaloró a aquellos
personajes tan vituperados por él en otros diálogos[17].
[38]
De
cualquier modo, podemos observar que esos personajes no tuvieron como actividad
única ni principal dedicarse a la enseñanza de la retórica, sino que algunos
eran poetas, como Licimnio y Eveno
de Paros[18], y los demás
eran políticos y maestros de política, entre quienes incluyo a Gorgias y a Protágoras. Teodoro
aparece como un técnico del discurso judicial, pues se le atribuye un trabajo
especializado en la prueba y era conocido por haber tratado sobre el lugar
común relativo a las contradicciones en el discurso de la parte en una obra
escrita sobre este tema en particular[19].
e) Se menciona
que los preceptos retóricos se encontraban contenidos en “los libros escritos
sobre el arte de los discursos” (Pl. Phdr., 266d5-6)[20]. Como
podremos observar con una atenta lectura del pasaje en cuestión, Platón no se
refiere en realidad a tratados de retórica propiamente dichos, sino a libros
donde se encuentran preceptos de retórica. Estos libros podrían ser incluso
poemas, como el Museon
de Polo. Deberá observarse que no menciona un solo libro que recibiera el
título de Arte retórica. Así, esta
expresión de Platón prueba más bien lo contrario de lo que se ha pensado: que
los preceptos de retórica se encontraban diseminados en obras de diverso
género, algunas de las cuales podrían haber sido tratados de retórica, pero
nada autoriza a afirmar con completa seguridad que Platón se refería a manuales
de ese género.
6. Final
¿Qué
obtenemos de la lectura del pasaje platónico? No sólo es digna de atención la
hipótesis de que el filósofo hace una propuesta sobre una retórica holística o
universal, sino también la posibilidad de descubrir en el Fedro los fundamentos y el método de esa retórica de manera sistemática
y, por otra parte, los contenidos que el filósofo logró reunir de obras
escritas de muy diferente género; obras que, sin embargo, no eran tratados de
retórica, sino textos de poetas, logógrafos, maestros de política, etc. Si ello
fue así, se trata de una labor extraordinaria de sistematización de
conocimientos discursivos antes del nacimiento de la retórica
teórico-filosófica. Sin duda, una proeza del genio griego.
[39]
Textos:
1.
Aristóteles. (1990). Retórica. (Edición del texto con aparato crítico, traducción,
prólogo y notas por Antonio Tovar). Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.
2.
Hermeias. (1971). In
Platonis Phaedrum scholia. (ed. de P. Couvreur).
París: Bouillon (1901, Repr.).
3.
Platón. (1980). Gorgias. (Versión de Ute Schmidt Osmanczik). México: UNAM.
4.
Platonis. (1910). Opera. (Recognovit
brevique adnotatione critica instruxit I. Burnet, tomus II). Oxford: Clarendon Press.
5.
Platone. (1981). Gorgia. (Testo critico, introduzione e commento de Giuseppe Ammendola). Milano: Signorelli.
6.
Quintiliano. (1920-1922). The Institutio Oratoria of Quintilian. (Translated by H. E. Butler. 4
vols. The Loeb Classical Library). Cambridge: Harvard University Press.
Estudios:
7.
Chiaradonna, R. (2001).
La polarità di chaos e kosmos
tra platonismo e antiplatonismo.
Chaos e Kosmos,
2. Recuperado el 11 de septiembre de 2014 de: http://www.chaosekosmos.it/pdf/2001_03.pdf.
8.
Cole, T. (1991). The
Origins of Rhetoric in Ancient Greece. Baltimore: Johns Hopkins University
Press.
9.
Derrida, J. (1998). De la Gramatología.
México: Siglo XXI.
10.
Derrida, J. (1997).
“La farmacia de Platón”. En La
Diseminación. Madrid: Fundamentos.
11.
Grote, G. (1950). History
of Greece, vol. VIII. New York: The Bradley Company.
12.
Heredia Ríos, E. A. (2011, mayo). La inversión del
platonismo y la imposibilidad de pensar la diferencia. A parte Rei. Revista de Filosofía, (75). Recuperado el 11 de septiembre de 2014
de: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/elkin75.pdf
13.
Nietzsche, F. (2000). Escritos sobre retórica. (Edición y traducción de Luis Enrique de
Santiago Guervós). Madrid: Trotta.
14.
Popper, K. R.
(1992). La sociedad abierta y sus enemigos.
(2 vols.). Barcelona: Planeta-De Agostini.
15.
Schiappa, E. (1999). The Beginings of
Rhetorical Theory in Classical Greece. New Haven and London: Yale
University Press.
16.
Yunis, H. (1996). “Cap. VII. Phaedrus: Rhetoric Reinvented”. En Taming Democracy. Models of Political
Rhetoric in Classical Athens (pp. 172-210). Ithaca and London: Cornell University Press.
[1] Señala Nietzsche (2000: 93), por ejemplo, que “la retórica es un perfeccionamiento de los
artificios presentes ya en el lenguaje. No hay ninguna ‘naturalidad’ no
retórica del lenguaje a la que se pueda apelar: el lenguaje mismo es el
resultado de artes puramente retóricas [...] este, lo mismo que la retórica,
tiene una relación mínima con lo verdadero, con la esencia de las cosas; el lenguaje no quiere instruir sino
transmitir (übertragen)
a otro una emoción y una aprehensión subjetivas” [las cursivas son del
original].
[2] Aunque considera el fármaco como una noción
ambigua, entre medicina y veneno, al defender la escritura como suplemento, Derrida defiende también lo que se vincula con el
suplemento, ya estudiado ampliamente en el capítulo segundo de la segunda parte
de De la gramatología
(1998) y luego en “La farmacia de Platón” (1997).
[3] Son los siguientes: Gorgias o de la retórica; Menexeno o del elogio
fúnebre; Ion o de la poesía; Eutidemo o de la
disputa; Hipias II o de la mentira; Cratilo o de la exactitud de los nombres y el Fedro o del amor.
[4] La observación de Hermias
aparece en el capítulo las “Opiniones de la finalidad”.
[5] Pl. Phdr. 276e-277a: πολὺ δ’ οἶμαι καλλίων σπουδὴ
περὶ αὐτὰ γίγνεται, ὅταν τις τῇ διαλεκτικῇ
τέχνῃ χρώμενος, λαβὼν ψυχὴν προσήκουσαν,
φυτεύῃ τε καὶ σπείρῃ μετ’
ἐπιστήμης λόγους, οἳ ἑαυτοῖς τῷ
τε φυτεύσαντι βοηθεῖν ἱκανοὶ καὶ οὐχὶ ἄκαρποι
ἀλλὰ ἔχοντες σπέρμα, ὅθεν ἄλλοι
ἐν ἄλλοις ἤθεσι φυόμενοι τοῦτ’ ἀεὶ ἀθάνατον
παρέχειν ἱκανοί, καὶ τὸν ἔχοντα
εὐδαιμονεῖν ποιοῦντες εἰς ὅσον ἀνθρώπῳ
δυνατὸν μάλιστα. “Pero creo
que dedicarse a estos asuntos resulta mucho más hermoso cuando, empleando el
arte dialéctica y provisto del alma idónea, uno planta y siembra palabras con
conocimiento, capaces ellas de ayudarse a sí mismas y a quien las planta y no
sin frutos, sino portadoras de una semilla de donde otras palabras brotan en
otros comportamientos, siendo capaces de producir esta semilla por siempre
inmortal, y hacen que su portador alcance la mayor felicidad posible para un
ser humano” [Las traducciones son de mi autoría].
[6] Pl. Phdr. 260e6-7: τοῦ δὲ λέγειν, φησὶν
ὁ Λάκων, ἔτυμος τέχνη ἄνευ τοῦ
ἀληθείας ἧφθαι οὔτ’ ἔστιν οὔτε
μή ποτε ὕστερον
γένηται.
[7] Pl. Phdr. 259d9-261a4: Sóc. —¿Entonces,
para que las palabras sean dichas bien y hermosamente, no es necesario que el
pensamiento de quien habla sea conocedor de la verdad de aquello sobre lo que
se va a hablar? Fed. — Querido Sócrates, lo que oí sobre este asunto es así,
que para llegar a ser orador no es necesario aprender qué es lo justo en
verdad, sino las opiniones de la gente que es la que va a juzgar; ni lo que es
verdaderamente bueno o hermoso, sino sólo lo que parece. En efecto, la
persuasión se da a partir de estas cosas, mas no de la verdad.
[8] Pl. Phdr. 258d3-25e5: “Sóc. —Pero lo que sí que considero
vergonzoso, es el no hablar ni escribir bien, sino mal y con torpeza. Fed. —Es
claro. Sóc. —¿Cuál es, pues, la manera de escribir o
no escribir bien? ¿Necesitamos, Fedro, examinar sobre
esto a Lisias o a cualquier otro que alguna vez haya escrito o piense escribir,
ya sea sobre asunto público o privado, en verso como poeta, o sin verso como un
prosista?”
[9] Pl. Phdr. 261a8-b1: ΣΩ. ἡ αὐτὴ σμικρῶν τε καὶ
μεγάλων πέρι, καὶ οὐδὲν ἐντιμότερον
τό γε ὀρθὸν
περὶ σπουδαῖα ἢ περὶ φαῦλα γιγνόμενον.
[10] Pl. Phdr. 261a6-8: ΣΩ. Ἆρ’ οὖν οὐ τὸ
μὲν ὅλον ἡ ῥητορικὴ ἂν εἴη
τέχνη ψυχαγωγία τις διὰ λόγων,
οὐ μόνον ἐν δικαστηρίοις καὶ ὅσοι ἄλλοι
δημόσιοι σύλλογοι, ἀλλὰ καὶ ἐν
ἰδίοις;
[11] Pl. Phdr. 261c10: ΣΩ. Οὐκοῦν ὁ τέχνῃ τοῦτο δρῶν
ποιήσει φανῆναι τὸ αὐτὸ τοῖς
αὐτοῖς τοτὲ μὲν δίκαιον, ὅταν
δὲ βούληται, ἄδικον; [...] Καὶ ἐν δημηγορίᾳ δὴ
τῇ πόλει δοκεῖν τὰ αὐτὰ
τοτὲ μὲν ἀγαθά, τοτὲ δ’ αὖ τἀναντία; “Sóc. —¿Entonces, quien hace
esto con arte, no hará
que una misma cosa
unas veces parezca
justa a las
mismas personas, y otras injusta, si así lo quiere? ¿Y en el discurso
deliberativo [no hará] que las mismas cosas parezcan a la ciudad unas veces
buenas y otras lo contrario?”
[12] Pl. Phdr. 261d5-7: ΣΩ. Τὸν οὖν Ἐλεατικὸν Παλαμήδην
λέγοντα οὐκ ἴσμεν τέχνῃ, ὥστε
φαίνεσθαι τοῖς ἀκούουσι τὰ αὐτὰ
ὅμοια καὶ ἀνόμοια, καὶ ἓν
καὶ πολλά, μένοντά τε αὖ
καὶ φερόμενα;
[13] Para la mayoría de los estudiosos no parece
haber duda de que nos encontramos en el ámbito de la filosofía eleática, y que τὸν Ἐλεατικὸν Παλαμήδην es una
clara referencia a Zenón o al propio Parménides. Sin embargo, es muy probable
que el pasaje platónico no haga referencia a los filósofos de Elea (Ἐλεατικὸν), sino al maestro de retórica Alcidamante de Elia (Ἐλaιτήν), y por tanto debería suponerse un error en la tradición manuscrita. La
presunción de que se trataba de Elea y no Elia, se
basa en Quintiliano (Inst. or. 3.1, 7) quien, al hacer una reseña sumaria de los
primeros rétores, menciona también quem Palameden Plato appellat, Alcidamas Elaites. Claramente se entiende que el autor latino se
refiere al pasaje de Platón, aunque se ha supuesto algún error o alguna
referencia a una obra perdida del filósofo. Otro argumento a favor es que
Platón se está refiriendo a las artes retóricas, y se refiere al rétor Palamedes (τέχνῃ), atributo poco apropiado a Zenón o a Parménides. Habrá que recordar
también que Alcidamante escribió una obra intitulada Odiseo contra Palamedes
por traición.
[14] Pl. Phdr. 266d5-6: τά γ’ ἐν τοῖς βιβλίοις τοῖς περὶ λόγων τέχνης γεγραμμένοις.
[15] El texto adoptado es el de Burnet
(vol. II), del que difiero en 267a3: ἄγομεν; : Burnet ἄγομεν, || 267a5: χάριν, σοφὸς γὰρ ἁνήρ : Burnet χάριν— σοφὸς γὰρ ἁνήρ. En este
caso las últimas tres palabras explican lo inmediatamente anterior: “puso en
verso algunos reproches indirectos por mor de memoria, pues, en efecto, era un
gran versificador (σοφὸς)”. Sophós significa
comúnmente “hábil”, por eso traduzco “gran versificador” (“hábil en hacer
versos”). En otros pasajes Platón emplea el término con una connotación
intelectiva, pero también lo usa a la manera común, como en este caso.
[16] En orden cronológico son los siguientes: 1. Protágoras de Abdera (c.
484-411), gran teórico político considerado el padre de la sofística. 2. Gorgias de Leontini (c. 485-377),
político y orador de enorme fama. 3. Tisias de
Siracusa (c. 480-post 427), discípulo de Córax y,
junto con él, autor de un arte del discurso judicial. 4. Licimnio
de Quíos (s. V), probablemente un seguidor de Gorgias,
si no es que su discípulo, quien, a su vez, también había creado un grupo (D.
H., De Lys.,
3, 4; De Th., 24,
9), aunque debe ser considerado más adecuadamente poeta y maestro de poesía,
mas no de retórica, pues su Arte se
refería al empleo del lenguaje figurado frente al lenguaje recto de Protágoras. 5. Trasímaco de
Calcedonia (459-400), quien ficticiamente discute con Sócrates a lo largo del
libro I de la República de Platón;
fue teórico de la política y del lenguaje y se ocupó en particular del llamado
“estilo medio”; escribió una obra Sobre
la constitución y el Gran tratado,
que es el mismo título de una obra de Protágoras. 6.
Teodoro de Bizancio (segunda mitad del s. v), quien habría escrito
un Arte (Arist.,
Rh., 1400b16) y formado una escuela (Arist., Rh., 14b14); fue
superior a Lisias como teórico del discurso (Cic. Brut. 48). 7. Pródico
de Ceos (c. 460-395), uno de los más reconocidos como sofistas, cuya mayor
contribución se dio en el empleo cuidadoso de las palabras. 8. Hipias de Elis (c. 465-396/390),
cuyos intereses eran muy amplios, de manera que sobrepasaba la enseñanza de la
política. 9. Polo de Agrigento (s. v-iv), discípulo de Gorgias y él mismo jefe de una escuela. 10. Eveno de Paros (entre los siglos v y iv), poeta elegíaco, como ya se ha visto.
[17] Se debe observar que Platón atribuye a los rétores anteriores a él algunos conceptos extravagantes,
como la “alusión” o las “alabanzas
indirectas” y los “reproches indirectos”, con el propósito de mofarse de
sus aportes caracterizándolos de tal forma. Sin embargo, en términos generales,
su descripción constituye una sistematización digna de nota del desarrollo de
la retórica.
[18] Eveno de Paros es
considerado como maestro de retórica que cobraba altas sumas a sus discípulos
(según aparece delineado en la Apología,
20a-b). Tal vez el propio Sócrates se encontraba entre sus seguidores (Phd., 60d). Al parecer no se dedicó a la
retórica sino a la poesía. Por lo menos es conocido como poeta elegiaco del que
se conservan algunos epigramas recogidos en la Antología Palatina. Eveno empleó el verso
en vez de la prosa con un propósito mnemotécnico, donde exponía reproches que
podrían eventualmente ser empleados por los oradores. Se trataría de una
compilación en verso de frases hechas; esto es, de fórmulas, no de un tratado
de retórica (lo citan también Aristóteles en Rh. 1370a6 y De mem. 452a27-28).
[19]Aristóteles, Rh. 1400b15-16, donde se menciona ἡ πρότερον Θεοδώρου τέχνη que
ha sido corregido en ἡ προτέρα Θεοδώρου τέχνη. En el
primer caso, Aristóteles se estaría refiriendo a todo el “arte anterior” a
Teodoro; en el segundo, a “la primera arte” de ese
autor, de manera que podría suponerse que había escrito más de una o, por lo
menos, que había publicado más de una versión de su arte retórica. La primera
hipótesis enfrenta el problema de que no podía la retórica anterior a Teodoro
abordar sólo el lugar común de la contradicción en el discurso (suponiendo que
Aristóteles se refiere a los lugares comunes y no a todos los descubrimientos
del arte), puesto que los lugares comunes habían sido abordados ya por Protágoras (Cicerón. Bruto
XII 46). En cuanto a que el tratado de Teodoro se limitaba a tratar sobre ese
lugar, podría pensarse que el arte habría alcanzado ya tan gran desarrollo que
el teórico de Bizancio habría abordado sólo una parte de todo el arte, lo que
estaría de acuerdo con los refinamientos del arte (τὰ κομψὰ τῆς τέχνης) a los
que se está refiriendo Platón. Así, en realidad, la “primer arte retórica” de
Teodoro no era en realidad una exposición general de las reglas del arte, sino
un tratado específico sobre las contradicciones en que caen los oradores en el
juicio, aunque después fue identificada esa obra con el título señalado (la
traducción “todo el arte antiguo de Teodoro” me parece igualmente equivocada).
Extrañamente el ejemplo empleado por Aristóteles no proviene de la obra de
Teodoro, sino de la tragedia Medea
escrita por un tal Carcino.
[20] Pl. Phdr., 266d5-6: τά γ’ ἐν τοῖς βιβλίοις τοῖς περὶ λόγων τέχνης γεγραμμένοις.