Tantos tontos tópicos

Reseña

Ixchel Itza Patiño González

itzita@hotmail.com

Universidad de Guadalajara

Departamento de Filosofía

Guadalajara, México

Fecha de recepción: 05-09-16

Fecha de aceptación: 04-10-16

Patiño González, I. (2016). Tantos tontos tópicos.

Quadripartita Ratio: Revista de Retórica y Argumentación, 1(2), 58-61. ISSN: 2448-6485

[58]

ARTETA, Aurelio. (2012).

Tantos tontos tópicos.

(2da edición).

Barcelona: Ariel.

(237 pp.)

ISBN: 978-84-344-7064-4.

 

 

 

 

 

 

Aurelio Arteta es doctor en Filosofía. Fue profesor de ética y política en la Universidad del País Vasco. Sus líneas de investigación son fundamentalmente sobre ética y política, desarrollando temas como la responsabilidad y la democracia. Ha escrito en diversos periódicos. Asimismo, ha tenido diversas publicaciones; entre ellas figuran Mal consentido (2010), La complicidad del espectador indiferente (2010) y una de sus más recientes obras es Si todos lo dicen. Más tontos tópicos (2013), el segundo tomo de la obra aquí reseñada.

En Tantos tontos tópicos, Arteta se encarga de exhibir el daño que provoca el uso de tópicos. El tópico se describe como el lugar común de la palabra. Los tópicos son lugares cotidianos, anónimos,  impersonales y peligrosos. Si se busca asentar su parentesco, Aurelio señala que el tópico “es hijo de la pereza intelectual y hermano del prejuicio” (2012: 10). En esta obra el [59] autor se limita al análisis de algunos tópicos prácticos: morales y políticos. Nos indica Arteta que los tópicos son atractivos, pero nos advierte del peligro y engaño al que podemos caer si no se revisan con lupa en mano.

Los tópicos son anónimos e impersonales porque no hay ningún autor al cual atribuírselos, y en ese sentido, cualquiera que los enuncie no tendrá la obligación primera de defenderlos con razones fuertes, sino que se podrá apoyar en la tradición o en la mayoría.

Resultan peligrosos porque su aplicación se da en la generalidad, y hay situaciones en las que no son adaptables. También resultan peligrosos porque llegan a ser contradictorios, encerrando un falso entendimiento. Se aplican a generalidades, pero una vez revisados en situaciones que los ponen a prueba, podemos darnos cuenta de que no existe correspondencia.

Más de alguno se sentirá aludido u ofendido con el estilo irónico, bufón y ridículo con el que presenta la revisión de cada uno de los tópicos presentados. Metáforas agudas y severas son las figuras que emplea al señalar el peligro de quedar atrapado en el uso de lugares comunes.


I. Bajos de moral

Sé tú mismo, Ya ha descansado el pobre, Eso es muy relativo, La vida es el valor supremo, No debemos juzgar a nadie, Sólo cumplo mi deber o Todos harían lo mismo son algunos de los tópicos destrozados en este apartado.

Para toda ocasión, desde las expresiones en un funeral hasta las frases motivacionales, desde las más ingenuas hasta las más astutas. Basta con recordarlas y expulsarlas en la situación precisa. Su uso no tiene costo y serán fácilmente aceptadas por la mayoría, si no es que por todos los presentes. Por ejemplo, si lo que se pretende es eludir la responsabilidad, se podría enunciar Sólo cumplo con mi deber; suficiente para que no estén molestando con la explicación de los actos. Pero si lo que se busca es acabar con una discusión, basta con enunciar las siguientes palabras que hasta parecen un conjuro: Eso es muy relativo; con esta frase se evitará dolores de cabeza al tener que pensar. Aún hay más. Para aparentar una personalidad auténtica se necesita recurrir al siguiente tópico: Sé tú mismo. Éste no falla incluso si lo que se busca es levantar el ánimo de los que tienen autoestima baja. Ahora bien, cuando hay una situación tensa en la que se provoca un daño, incluso intencionado, podemos recurrir a una frase muy cómoda que nos puede salvar de aprietos (o ayudar a un conocido): No debemos juzgar a nadie.

Sólo hay un inconveniente: cuando los tópicos llegan a contradecirse, entonces la preocupación asalta a los hablantes. Por ejemplo, pensemos en el acontecimiento histórico cuando se arrojaron las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Si alguien anuncia que Todos somos culpables, su alcance no deja fuera a ningún individuo, incluso los que no han nacido o los que precedieron al acontecimiento, pero también podría recurrirse al tópico Yo no he hecho nada, en el que se excluye de la participación como agente; pero como espectador no podría recibir ningún tipo de pena o señalamiento.

Pero no todo está perdido. Los tópicos se pueden emplear incluso en situaciones excepcionales, en las que la regla usual estaría lejos de ser aplicable. Si los demás lo adoptan como justificación de su actuar, podría incluso convertirse en regla moral común, como lo ha llegado a ser el tópico Seamos tolerantes. Y no resulta pernicioso tolerar actitudes distintas, porque nos situamos ante desafíos al establecer comunicación y diálogo para tomar acuerdos; lo que resulta insalvable sería tolerar una actitud que carece de justificación razonable.

Para tratar la diferencia de opiniones y culturas Arteta desnuda el tópico Eso es muy relativo, en el que la búsqueda de objetividad e imparcialidad para juzgar los actos morales se frustra. Este tópico es el equivalente a Cada cabeza es un mundo; cada quien cree lo que percibe o quiere, y en ese sentido, cada quien valora de manera distinta. No habrá posibilidad de entendimiento y tampoco de lograr acuerdos. [60] Llegar a establecer una regla de convivencia queda por completo descartada. Cómodamente podemos pensar que cualquier forma de hacer el bien es correcta, o de otra manera. Cómodamente podemos pensar que cualquier acto es correcto porque es bueno según el parecer de cada quien. Esto nos lleva incluso al aparente y difuso discernimiento entre la naturaleza de la bondad y lo que es correcto.

Concluye este apartado desmantelando tópicos concernientes al asunto de la responsabilidad ya sea por omisión, evasión, por limitación, por abstención o incluso por defectos de nuestro actuar; apuntando la tensión entre saber si el acto es exclusivamente particular o el acto es de manera interrelacionada. Entre los tópicos figuran Nada es personal, Sólo cumplo con mi deber, Todos harían lo mismo y Mi intervención no serviría de nada.

II. Demócratas, pero no tanto

En este otro atractivo apartado hay una cartera amplia de tópicos a los que un servidor público o un dirigente podrían recurrir: para apoyar la guerra, para estar en contra de la guerra, para defender la violencia; o bien, para estar en contra de la violencia, para defender al contrario o para atacarlo. En fin, hay un arsenal de tópicos en los que predominan los temas de la democracia y la vida pública.

La tolerancia es una característica de las sociedades  plurales y democráticas. El tópico Desapruebo lo que dices, pero defiendo tu derecho a decirlo invita en primera instancia a no ser intolerante con la manifestación de expresiones, pero habría que reconocer que los peligros de sus efectos  provocan consecuencias indeseables hacia los miembros de una sociedad. Se puede defender el derecho a decir cualquier cosa, incluso si es una tremenda estupidez, pero eso sí, cuando el contrario necesita ayuda, ahí se marcan límites radicales. Muestra de ello es el tópico Al enemigo, ni el agua; la empatía y la solidaridad son fuertemente limitadas. Es el “todo o nada” con un grupo: o se está conmigo o se está contra mí. En esta frase prefabricada se exhibe el falso dilema que no deja cabida para contemplar el apoyo a ambos grupos a la vez o para contemplar una posición alterna.

También hay otras frases prefabricadas que repercuten a los miembros de un grupo social. Tal es el caso del uso o no de la violencia. Arteta anuncia que emergen contradicciones intensas, ya sea para ser defendida, o bien, para ser rechazada por completo. Los tópicos Condenamos la violencia, venga de donde venga o Con la violencia no se consigue nada dejan claro que su completa negación llevaría incluso a poner en peligro la existencia y supervivencia del grupo social; siendo indistintas las causas justas o injustas de su aplicación al concebirlas todas ellas como ilegítimas.  No niega Arteta que la violencia provoca males, pero hacia donde se dirige es a atacar la pasividad del que recibe la brutalidad de los males. Incluso se legitima su ausencia: Sin violencia, todos los proyectos políticos son legítimos. Este tópico sí que pone en aprietos el acontecimiento histórico del surgimiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789 al igual que otros acontecimientos cuya antesala fueron miles de muertes, destrucción de ciudades y represión. Este tópico aniquila democráticamente la democracia. No es que el autor apoye la idea de que cualquier acto político tenga que recurrir al uso desmedido de la violencia porque conviene a todos o a la mayoría estableciéndose como regla general; sino que, cuando ya no es posible defender lo más básico en una sociedad debido a la represión, sólo entonces podría ser un medio atendible una vez agotadas todas las formas de comunicación y negociación.

Los tópicos pueden ser usados para acabar con la confrontación o para evitar su inicio entre los bandos opuestos, dejando así que sea el razonamiento el que conduzca el discernimiento sobre la defensa o el rechazo de un posicionamiento. Los tópicos son respaldados por la mayoría; no permiten juzgar como mejor o peor un punto de vista. Muestra de ello es el tópico Todas las opiniones son respetables, que es similar a la frase Desapruebo lo que dices, pero defiendo tu derecho a decirlo. Se podrán decir idioteces, pero será una idiotez respetable. ¡Vaya timo! Hay una gran diferencia entre la libertad de expresar algo y la calidad de lo expresado, sobre todo cuando lo que se dice figura en el ámbito público. Pero eso sí, si alguien osa siquiera [61] convencer o defender un posicionamiento frente a otros, entonces cabe el tópico ¡Pero no pretenderá usted convencerme! Porque ahí sí hasta la posición más débil saldrá a la defensiva.

Arteta revisa los últimos tópicos de este apartado que refieren al término de democracia, donde su alcance ya no es aplicable, como la familia, la escuela u otras formas de agrupación social que atienden a fines muy específicos y que llegan a ser incluso incompatibles con la democracia, como Vamos a democratizar a la familia, la escuela, etc.

Se ha de advertir que el uso del término de tópico en esta obra no será atendiendo a los estudios que Aristóteles nos ofrece en su libro Tópicos —incluido en el compendio del Organon—, en el que propone la idea de que los tópicos serán aquellas enunciaciones plausibles que surgirán a través de la dialéctica y nos permite distinguir aquellas proposiciones verdaderas de las falsas sobre interlocutores sabios y reputados; a diferencia del razonamiento erístico, el cual aparenta ser plausible, partiendo de proposiciones que aparentan ser verdaderas, pero no lo son. En este sentido, podríamos decir que el término tópicos en Aristóteles atiende al esfuerzo dialéctico, mientras que en Arteta tópicos atiende a la pereza intelectual.

En este compendio lo que no hace el autor es exponer la naturaleza del uso de los tópicos. No enuncia cuáles son los tipos de tópicos que hay, dejando en claro que no propondrá algún tipo de clasificación. Es decir, el autor no emprende una labor de sistematizar la naturaleza del término, de alcance y de posibilidad del tópico. Pero lo que sí puede encontrar el lector es la ejemplificación de diversos tópicos y su peligroso empleo.

La aportación de esta obra será principalmente hacer pensar —y si se puede dos veces antes de pronunciar estos lugares comunes— que podríamos situarnos ante frases atractivas, pero contradictorias y carentes de sentido.

El filósofo español invita al lector a buscar el esfuerzo intelectual por organizar y manifestar los pensamientos, reconociendo que no es una labor sencilla. El uso de tópicos suele ser un recurso efectivo que puede salvar una situación de manera aparente; pero si lo que se busca es defender genuinamente un posicionamiento y atenderlo a cabalidad, si lo que se busca es refinar y agudizar un posicionamiento, entonces lo primero que se debe hacer es sacudirse de estas frases insensatas que moldean el pensamiento.