Acerca de las tópicas particulares en retórica
About particular topoi in rhetoric
Rodolfo Fernández
rffernandez44@gmail.com
Centro INAH., Jalisco
Guadalajara,
México
Fecha de recepción: 15-10-15
Fecha
de aceptación: 06-01-16
Fernández,
R. (2016). Acerca de las tópicas particulares en retórica.
Quadripartita Ratio: Revista de Retórica y Argumentación, 1(1), 139-147. ISSN:2448-6485
[139]
Resumen: Este trabajo trata sobre lugares en la retórica, sobre una tópica que yo
he llamado en español “tópica en particular”, y traducido al inglés como “particular topoi”,
que se refiere a todo un corpus de lugares retóricos, todos ellos conectados
entre sí por un tema específico. Estoy mostrando dos ejemplos: el culto de los
dioses y el culto de petróleo. El primer ejemplo se refiere a cómo el culto a
los dioses tarascos ha organizado toda la obra maestra de la literatura del
siglo XVI de Michoacán: la Relación de
Michoacán. El otro ejemplo es una canción vernácula mexicana llamada Tampico Hermoso, cuyo texto está
organizado por la tópica del culto al petróleo, la industria del petróleo
entonces floreciente de Noreste de México, que trajo prosperidad a la zona y
dio trabajo a los pobres a inicios del
siglo XX.
Palabras clave: tópica
particular, lugares propios, retórica, epidíctica,
Relación de Michoacán.
Abstract: This paper is about loci in rhetoric, about a set of topics that I have called in Spanish “tópica particular”, and translated into English as a “particular topoi”, which refers to a whole corpus of rhetorical loci, all linked between themselves by a specific subject. I am showing two examples: the cult of gods and the cult of petroleum. The first example refers to how the Tarascan cult to the gods has entirely organized the Michoacán’s XVI Century literature masterpiece: the Relación de Michoacán. The other example is about a Mexican vernacular song named Tampico Hermoso, whose text is organized by the topica of the cult to petroleum, the then flourishing oil industry of North Eastern Mexico, which brought prosperity to the area and gave jobs to the poor in the early Twentieth Century.
Keywords: Particular topoi, proper
loci, Rhetoric, epideictic, Relación de
Michoacán.
[140]
Este trabajo tiene por objeto reflexionar
sobre las tópicas particulares en retórica, en la medida en que ofrecen
valiosas pautas interpretativas de los textos que analizamos, con énfasis en
los discursos de conocedores de la retórica, por formación, o herederos
culturales de la disciplina. Lo ilustro a partir de dos ejemplos de índoles muy
diferentes, que espero enriquezcan el panorama. El primero es el de la Relación de Michoacán, una joya de
literatura novohispana del siglo XVI. El segundo es una canción vernácula
llamada Tampico Hermoso, buen ejemplo
de la epidíctica popular mexicana de las primeras
décadas del siglo XX.
Esto suena desmesurado, pero
ambos textos tienen en común estar estructurados por una ingeniosa tópica
particular, construida a partir de lugares propios de cada uno.
Ambos autores urdieron sus
textos basados en tópicas creadas ex profeso. La Relación de Michoacán está organizada en torno a la tópica del
culto a los dioses, que todo lo explica en función de la divinidad. La canción Tampico Hermoso se explica desde la
tópica del culto al petróleo, actividad productiva que todo lo resolvía en la
parte del noreste de México, donde en el siglo XX temprano fluía dicho
hidrocarburo a borbotones.
Desde la
óptica aristotélica, Bice Mortara
Garavelli consigna un tipo de lugar retórico que
llama propio. Es el “argumento extraído «de las circunstancias» [que] entra en
el ámbito de los lugares propios pues depende de elementos específicos de cada
uno de los temas tratados” (2000: 97).
La
tópica del culto a los dioses
Jerónimo de Alcalá, en su
explicación del mundo a partir de Dios en la Relación de Michoacán, armó la tópica del culto a los dioses,
representada por un concepto metonímico de su creación y articulación, que era
“traer leña para los cúes”, que son los adoratorios
de los dioses. Yo, a partir de George Lakoff y Mark
Johnson, he explicado la importancia de ese concepto metonímico en la
representación de todo lo involucrado en dicho culto. El acto de traer la leña
para los cúes se privilegia en la semántica de la Relación de Michoacán, aun sobre la
práctica específica de la adoración.
Por su trascendencia en la
vida tarasca, la tópica del culto a los dioses y el concepto metonímico
escogido para representarla se usan constantemente a lo largo del texto, por lo
que verás como lector que tardas poco en percatarte de cómo esa fórmula, o sus
partículas, representan el total de la constante veneración debida a los dioses
como vía de trascendencia.
Por otra parte, la lectura de
la Relación de Michoacán desde la perspectiva
retórica me reveló la profunda presencia luliana en el discurso del mito de
origen, por la manera en que está organizado, a partir del primer sujeto de la
combinatoria luliana que es Dios, en un esquema en que los exempla vernáculos mucho contribuyen
a la argumentación del discurso central: explicar el dominio de un grupo
tarasco, los uacúsecha, sobre los demás pueblos
michoacanos, en función del culto a los dioses. El grupo dominante es el
protegido del dios principal, por razones de alcurnia y por la práctica de los
actos rituales que implican un trabajo arduo y constante. Su señor es el más
poderoso, pero siempre en función de su asiduo ejercicio del culto a los
dioses.
La línea de transmisión de
conocimiento entre Llull y Alcalá parece venir por
los franciscanos, a cuya orden pertenecía Alcalá por vías de comunicación
propuestas por varios autores, destacando entre ellos Mauricio Beuchot (1992: 156), Fernando Domínguez Reboiras
(1996, 2007) y Linda Báez Rubí (2005). La obra luliana de que abrevó Alcalá,
según esta línea de reconstrucción, viene de un texto pseudo
luliano del siglo XVI, llamado In rhetoricam isagoge.
Linda Báez
advierte que una de las características más prominentes de la obra
místico-contemplativa de Llull es la necesidad de recordarle
constantemente al hombre el deber que tiene de dirigir sus alabanzas a Dios
(que se manifiesta en la acción de sus dignitates), puesto que al hacerlo lo reconoce [141] como
creador de todas las cosas que hay en el universo y que han sido puestas en tan
gran orden con sus propiedades a disposición de él.
Por lo mismo,
como retribución al servicio que Dios le hizo al ser humano en materia de
bienes […] es necesario que el hombre dé gracias a Dios, hecho que se
manifiesta expresivamente en dos acciones: el servirlo […] y el honrarlo […]
mediante la alabanza (Báez Rubí, 2005: 540).
Alcalá, en la tópica del culto
a los dioses recuperada de los informantes michoacanos, sobre todo uacúsecha, articula de manera magistral la argumentación
discursiva de la epopeya tarasca recordándonos constantemente el deber de
alabarlos[1]. Pertenecían
a un mundo politeísta, que Alcalá retrata espléndidamente, reconstruyendo las
relaciones entre estructura y superestructura de manera magistral. Dioses y
protagonistas conversan e interactúan constantemente en un universo, en que
ambos lados influyen sobre el opuesto y los dioses necesitan de sus seguidores
humanos; luchan entre sí por el favor de los devotos. Nótese que el circuito de
interacción se inicia por un servicio de los dioses a sus fieles.
En el siguiente apartado
extraeré varios ejemplos del empleo de dicha tópica para ilustrar su nivel de
presencia en la organización de la realidad cotidiana, por la eficiencia de su
uso, como por la variedad de sentidos que se le da en la obra al concepto
metonímico —que definiré enseguida— de “traer leña para los cúes”,
que implica el cumplimiento con los preceptos divinos de que se deriva el favor
de los dioses, como la trascendencia de quienes les rinden la pleitesía
adecuada.
Traer
leña para los cúes, en términos objetivos,
significa simplemente subir al cerro a buscar y traer la leña que se utilizará
en los fuegos votivos que se encienden en los altares dedicados a los dioses.
Los cúes son los altares y pueden ser desde pequeños
montículos de piedra encimada, hasta edificios piramidales de buena hechura, a
veces utilizando protuberancias naturales del terreno, en cuya cúspide se
encendían los fuegos adoratorios.
Para definir al concepto
metonímico recurro a George Lakoff y Mark Johnson. La
metonimia es un proceso que tiene una función primaria referencial, que nos
permite usar una entidad para representar a otra, pero ésta no es tan sólo un
dispositivo referencial sino que también tiene la función de proveer
entendimiento. No se trata sólo de representar el todo por la parte, más bien
de escoger una característica particular del todo que esté asociada a la parte
que se emplea para representarla (Lakoff y Johnson,
1980: 36).
Traer leña para los altares es
la parte que representa a todo el rito de adoración. Los conceptos metonímicos:
“son parte del modo ordinario y cotidiano en que pensamos, actuamos y hablamos”[2] (Lakoff y Johnson, 1980: 37).
En la Relación de Michoacán el cumplimiento con el dios se significaba en
términos de la práctica constante de traer leña para los altares. El
cumplimiento de este rito se asociaba a la condición justa de individuos y
grupos. Los transgresores eran los que dejaban de llevar leña a los altares
—real o metafóricamente—, es decir, los que no actuaban conforme al canon
divino. Así, el que no traía constantemente leña para los altares contravenía
las leyes divinas y, en consecuencia, las terrenales. En este contexto se
despliega por toda la obra su principal urdimbre retórica, la referida tópica
del culto a los dioses.
Todo cobraba
sentido en torno a esa latría a Curicaueri, su dios
principal, a su práctica u omisión, de las que resultan los razonamientos
principales del relato, cuya idea troncal, a ese nivel, era legitimar al grupo
dominante entre los tarascos, los uacúsecha, para que
continuasen sus privilegios después de la Conquista. En ese contexto, en la
tópica cristiana medieval que tuvo sentido hasta el fin del siglo XVIII, todo
giraba en torno a Dios, todo se explicaba en función de él.
[142]
En los tiempos teocéntricos la
actividad productiva predominante había sido simbólica y era para servir a
Dios, como sucedía en la Relación de
Michoacán: quien estaba —metonímicamente— envuelto en el culto a los dioses
trascendía en sus relaciones sociales, incluyendo a las relaciones que
implicaban la superestructura. Todo lo positivo se significaba en términos de
una mayor observancia de los cánones pertinentes.
En un intento de registrar el
nivel de internalización que el concepto metonímico de “traer leña para los
altares” gozaba entre los tarascos del fin de la época prehispánica, busqué los
sentidos con que la expresión se emplea en la Relación de Michoacán. Encontré una amplia gama de significados,
que implica su profunda articulación en los universos semánticos y conceptuales
de sus hablantes. En otras palabras, sus esquemas organizativos de la realidad
se perciben fuertemente subyacidos por el concepto metonímico, como por la
acción implícita en él, de ir por leña para los altares, en lo cotidiano y lo
simbólico.
Los usos de
la expresión “traer leña para los cúes” que logré
identificar en la epopeya tarasca muestran diez sentidos distintos (Cuadro 1).
|
Usos del concepto metonímico “traer
leña para los cúes” |
1. |
El sentido de sublimación. |
2. |
Promover actos
de culto y evitar la vida licenciosa. |
3. |
Una manera de acumular méritos con el dios. |
4. |
Rito fundacional o toma de posesión
(territorialidad). |
5. |
Como parámetro de devoción. |
6. |
Idea de pertenencia a un dominio
(territorialidad). |
7. |
Satisfacción con el lugar de asentamiento
(territorialidad). |
8. |
Afirmación de dedicatoria al dios
(territorialidad: instituyendo un geosímbolo). |
9. |
Para significar amnistía. |
10. |
La palabra leña como metonimia de la
alabanza entera. |
Cuadro 1.
Los sentidos del concepto metonímico “traer leña para los cúes”.
He aquí la síntesis de los
fragmentos textuales que contienen los ejemplos.
Caso
1: El sentido de sublimación
Dos hombres llegan a casa del
señor Tariácuri. Los manda recibir. Su mujer gustosa
les acoge. Les ofrecen comida y bebida. Pero Tariácuri
se excusa y los deja diciendo que irá al monte a cortar trébol para el
resfriado. En cuanto sale el marido, la mujer se emperifolla y toma las riendas
del festín.
Alcalá relata
cómo “les escanciaba y ellos empezaron a retozarla y estuvo con ellos aquella
noche”. Y como venían tiznados, la tiznaron también a ella. Más tarde, Tariácuri la descubrió borracha y manchada de hollín, pero
ella fingió estar enferma. Sin embargo, Tariácuri no
la tocó, y regresó al monte. Dolido del engaño, pasaba todo el tiempo trayendo
leña para los cúes. No iba a su casa; se quedaba en
“la casa de los papás”, finca en que se reunían los ancianos. El acto de
sublimación que implicaba no castigar a la adúltera con la muerte conforme a la
costumbre y dedicarse en cambio al culto a los dioses, lo considero
profundamente luliano, en la medida que implica poner lo divino por encima de
las relaciones humanas.
Caso
2: Promover actos de culto para evitar la vida licenciosa
Ante la
infidelidad de su mujer, Tariácuri acudió a uno de
sus pares, Zurumban, a pedir consejo. Éste lo recibió
llamando a dos de sus mujeres a cuidarlos mientras se embriagaban y discutían.
Entonces Tariácuri sí bebió. Al amanecer, Zurumban preguntó a las mujeres si Tariácuri
se había juntado con ellas y contestaron que no. Entonces exclamó: “ciertamente
es señor”. La siguiente noche, Zurumban le ofreció de
beber, pero Tariácuri le sugirió no hacerlo esa
noche. Le propuso que, en vez, fuesen a la troje de
los dioses, pues quería decirle algo. Tariácuri
reprendió a Zurumban por beber mucho y hacerlo
diario, y le aconsejó que, en cambio, fuese a “traer leña para los altares”. En
este caso el vocablo significa hacer el bien para alejarse de la vida permisiva
trayendo leña para los adoratorios.
Caso
3: La acumulación de méritos con el dios
En una
ocasión Tariácuri huye para salvar su vida, y su
suegro y colega Zurumban lo recibe fingiendo [143]
compasión, pero eludiendo el compromiso de darle asilo. Usa la excusa de que,
donde él está, no hay el volumen de leña que Tariácuri
requiere para los altares por su condición exageradamente devota. Aquí, “traer
leña para los altares” significa la acumulación de méritos con el dios y Tariácuri no cesa de hacerlo.
Caso
4: A manera de rito fundacional o toma de posesión
Hacia el fin
del peregrinar mítico del grupo tarasco dominante, los uacúsecha,
por 1325, un señor local, Hapári, por fin los recibe
con sinceridad, les hace un adoratorio y casas para el señor y sus ancianos. A
ese lugar empieza su gran señor Tariácuri a “traer
leña para los altares”. El acto de adoración significa al rito fundacional de
un futuro Estado y del lugar de organización universal de su señor principal.
Caso
5: “Traer leña para los altares” como medida de devoción
Muere un
cacique rival de Tariácuri, y su hijo resulta poco
señor. Tariácuri alega que, aunque trajo leña para
los altares, sólo lo hizo durante poco tiempo y luego murió. Su historial de
alabanza al dios no le había sido suficiente para trascender. Su conversión fue
tardía. ¿Sería por conveniencia? Por eso Tariácuri y
sus herederos adquirían con mayor intensidad el derecho a conquistar al señorío
del joven no merecedor.
Caso
6: La idea de pertenecer a cierto dominio
Dos pueblos
acuerdan “llevar leña para los altares” al mismo lugar, para dar idea de
pertenencia, en ambos casos al territorio protegido de un mismo dios,
significando unidad de ambos en su superestructura, como en la vida objetiva.
Es el caso de Xarácuaro, el primer pueblo en
reconocer el derecho a dominarlo por los uacúsecha.
Caso
7: Satisfacción con el propio lugar de asentamiento
“Traer leña
para los cúes” es en este caso indicador de
satisfacción con el lugar de asentamiento que se tiene. Ocurre cuando Tariácuri pregunta a sus herederos qué opinan sobre el
lugar en que se han afincado y le responden que es muy bueno. Tariácuri insiste y le reiteran que es ahí donde “traerán
leña para los altares”.
Caso
8: Afirmación de dedicatoria a cierto dios
Esto se
observa en un pasaje de la Relación de
Michoacán en que los jóvenes herederos del gran señor salieron a la guerra
y, tal como Tariácuri les había ordenado, llevaron
cautivos a Pátzcuaro, donde sacrificaron a 20 en un
nuevo adoratorio, para su dedicación, y empezaron a “traer leña para los cúes” a ese lugar, así como a traer más cautivos.
Caso
9: Para significar amnistía
Por orden del
señor Tariácuri, uno de sus herederos, Tangánxoan, mató a su hermano Curátame,
y al huir los criados del difunto, Hirepan, el
segundo de los herederos los calmó y los detuvo. Les dijo que trajesen a ese
lugar leña para los cúes e hiciesen ahí sus ofrendas.
Además, implicó la aceptación e incorporación de los susodichos criados al
servicio de los nuevos señores.
Caso
10: La leña como metonimia de la alabanza entera
Ocurre cuando
Tangánxoan, el referido hijo del señor, narra cómo
había puesto leña al lado de una encina y luego, dormido, había visto venir una
vieja que se había identificado como la diosa Xarátanga.
Ésta le suplicó que la llevase consigo a Michoacán, porque su madre —de la
diosa— no sacaba provecho de ella y, en consecuencia, le gente ya no le temía
“ni le traía leña para sus cúes”. Por eso le pidió a Tangánxoan que la cuidase y ella, en retribución, cuidaría
de él.
La
tópica del culto al petróleo
La segunda de
las tópicas particulares es la identificada en el texto de la canción Tampico Hermoso, donde todo se explica
en términos de la actividad productiva predominante de aquella ciudad, que
hacía felices a los pobres porque les daba empleo.
[144]
Así,
el autor urdió la tópica particular del culto al petróleo. La canción entera, y
sobre todo hasta la estrofa 9, está articulada por ella.
He aquí la
letra hasta dicha estrofa:
Tampico
Hermoso
(Versión publicada por Vicente
Mendoza)
1. Como en un
sueño en mi mente vi pasar
aquellas horas feliz
en que me hallé,
cuando en Tampico,
sin poderlo negar,
gocé de glorias y
dichas y placer.
2. Y no encontrando
de qué modo compensar
los beneficios de ese
puerto seductor,
he decidido con mis
poemas ensalzar
los grandes méritos
que tiene en su favor.
3. ¡Tampico
hermoso! ¡Oh puerto tropical!,
tú eres la gloria de
todo mi país
y por doquiera de ti
me he de acordar,
con tus tesoros al
pobre haces feliz.
4. Son tus
campiñas petroleras un primor,
miles de obreros allí encuentran salvación;
con las riquezas que tienes alrededor,
eres orgullo de
todita la nación.
5. Mata Redonda,
Chinampa y Amatlán,
con Zacamixtie, Potrero y Cerro
Azul,
están rodeados de pozos sin contar,
siendo un conjunto
de gran excelsitud.
6. Todo el
tesoro petrolero del país
está situado en
tierra de Veracruz,
pues desde Tuxpan
hasta Pánuco también
miles de antorchas
aceiteras dan su luz.
7. En todo el
ámbito de Tuxpan a Tampico
los capitales
prosperan sin cesar;
allí el obrero
muy pronto se hace rico
cuando la suerte le
ayuda a laborar.
8. Desde el
empleado hasta el más humilde peón
buenos salarios
todos ganan por doquier
y diariamente
llega mucha inmigración
de todas partes
llegan en pos de quehacer.
9. Por la
importancia, y su grande opulencia,
y las riquezas
que tiene alderredor,
los extranjeros
titulan con certeza
al gran
Tampico, segundo Nueva York.
Véase cómo en
las tres primeras estrofas se prepara el campo para utilizar la tópica
particular que les da sentido, y en la cuarta dice:
Son tus
campiñas petroleras un primor,
miles de obreros allí encuentran salvación;
con las riquezas que tienes alrededor,
eres orgullo de
todita la nación.
Dicha estrofa, la cuarta,
sigue con fuerza la narración diciendo, de la zona de influencia de Tampico,
que sus campiñas petroleras son un primor y con ello da cuenta de la actividad
productiva y de la magnitud de la oferta de trabajo que ésta representa para
los pobres. Y esto es a tal grado importante, que hace de Tampico orgullo de la
nación entera gracias al petróleo.
En la quinta estrofa enumera
varios de los campos petroleros emblemáticos de la zona, rodeados de innumerables
pozos, que en grupo constituyen “un conjunto de gran excelsitud”. Véase la
bucólica transformada a las exigencias de la época. Sigamos con el relato. En
las estrofas 7 y 8 se precisan los beneficios y agraciados beneficiarios del
petróleo. Los capitales prosperan sin cesar y el obrero pronto se hace rico,
cuando la suerte le ayuda.
Pero la
estrofa 9 es la apoteosis de la alabanza ingenua. Compara Tampico con Nueva
York. Este cuarteto es la culminación de la narratio. Y parece marcar el fin
de la canción original. Y todo esto se logró gracias al crudo que producía la
comarca.
La
tópica del culto a los dioses y su significado en la cultura local
Veamos ahora el nivel de aterrizamiento de la tópica del culto a los dioses en el léxico
empleado por el autor de la Relación de
Michoacán, que de [145] alguna manera hereda rasgos de semántica tarasca
previa a la conquista (Lakoff y Johnson, 1980: 39).
No en balde Alcalá da al concepto metonímico de “llevar leña para los altares”
los diez sentidos arriba enumerados. La tópica del culto a los dioses en el
discurso de Alcalá daba sentido a su universo conceptual, objetivo y simbólico.
En la Relación de Michoacán, la
tópica del culto a los dioses organiza todo el texto de manera magistral y
verosímil.
La tópica del culto a los
dioses en la Relación de Michoacán
implica, de parte del relator, haber identificado una práctica tan tarasca
dentro de todo su espectro ritual, con una carga de sentido suficiente para
articular el rito de culto a los dioses. Es mi conjetura que Alcalá se percató
de que “llevar leña para los altares” podía significar desde el acto objetivo
de ir por ella: buscarla, cortarla, escogerla, atarla y traerla; hasta toda una
gama de significados tendientes al cumplimento óptimo con la divinidad. Se
trata de una divinidad gentil[3], pero
respetada por el autor, quizá por haber sido éste partícipe de la filosofía
luliana respecto de otras culturas: la del respeto a su otredad. Sus universos
cabían en la idea luliana de organización de la realidad.
La tópica teocéntrica de su
autor sugiere un notable entendimiento de los universos conceptuales de sus
objetos de conocimiento, incorporándolos con sutileza a su esquema universal
luliano. Y entonces recrea subuniversos, quizá
diacrónicos, en que algunos de sus actores se comportan en contextos
prehispánicos de manera coherente con la filosofía universalista del autor.
Todos eran respetables, al
menos en la medida en que se relatan pasajes trascendentales del mito
michoacano de origen, ejemplificados con relatos vernáculos. Del detalle con
que sabemos fueron registrados esos eventos, inferimos su confiablidad. Se
podría pensar en una etnografía inconsciente, articulada por el vocablo “traer
leña para los cúes”.
¿Toda esta urdimbre cultural
asociada al culto a los dioses se podía representar con la repetida fórmula?
Propongo que fue por tratarse de una práctica que llamaba la atención, por
ocurrir en buena medida en lugares públicos. Los retratados bajaban del cerro
con cargas de leña y el propio gran señor lo hacía de manera objetiva frente a
todo mundo. Con ello pagaba parte de su tributo. Pero con la misma expresión
textual se podía significar que había tenido conductas loables ante los dioses;
como cuando Tariácuri perdonó la vida de su mujer, la
casquivana. Y para sublimar la frustración del engaño iba constantemente al
monte a “traer leña para los altares”.
Y de alguna manera cortaba
doble leña, la objetiva y la simbólica; ésta por haber perdonado a la álgida curinguareña. Todo un entramado simbólico ligado al culto
estaba representado tan sólo por el acto ir por leña, concepto metonímico que
significaba toda la latría michoacana.
No estoy seguro si podré
identificar algo semejante en Tampico
Hermoso, pero procedo. De entrada no encuentro un recurso como el concepto
metonímico de traer leña para los altares, que significaba prácticamente toda
la vida ritual y simbólica. El autor de Tampico
Hermoso, Samuel Lozano, urdió su tópica particular del culto al petróleo.
La canción entera, hasta la estrofa novena está articulada por ella. La tercera
y cuarta líneas de la sexta estrofa son buen ejemplo del uso de esa tópica
particular, cuando dicen que en el norte de Veracruz, “desde Tuxpan hasta
Pánuco también miles de antorchas aceiteras dan su luz”. Esto es el colmo de la
delicia textual.
En las
estrofas séptima y octava se precisan los beneficios y los beneficiarios de
aquella abundancia y, por lo tanto, de la tópica de su culto. Los capitales
prosperan sin cesar y el obrero pronto se hace rico, cuando la suerte le ayuda.
Pero la estrofa novena, la comparación de Tampico y Nueva York es la apoteosis
de la alabanza ingenua. Y todo eso gracias al petróleo. ¿Qué más se podría
decir de este “puerto tropical”?
Reflexión
Véase la importancia de las tópicas
particulares desde la perspectiva de la retórica. Obsérvese, por [146] ejemplo,
la urdimbre de ideas contenidas en el concepto metonímico de traer leña para
los adoratorios, con toda una gama de significados encontrados en un primer
acercamiento, que da idea del grado de aterrizamiento[4] semántico de
la expresión: diez aspectos distintos del acto de traer leña para quemar en los
altares. De esa amplitud era la gama de significados de esa tópica particular.
Entre más significados tenga en término en un léxico comarcal, más enraizado se
encuentra en la cultura local.
Véase también la obra de
Samuel Lozano, su Tampico Hermoso,
tan valiosa en su registro popular, como la de Alcalá en el culto. El verso
comparativo de Tampico y Nueva York, además de ser un prodigio, cobró sentido
porque Tampico ganó importancia gracias a la tópica particular del culto al
petróleo que Lozano urdió. Sin ella, la tierra de su agradecimiento jamás
habría sido el segundo Nueva York.
Nótese cómo
estas tópicas particulares, cultas o populares, pueden ser muy valiosas y,
quizá, trascendentales tanto para quien las emplea, como para quien busca
encontrarlas en textos de otros autores al proceder a su análisis.
[147]
Bibliografía
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[1] Advierte Beuchot
cómo “el sujeto abarca no sólo al Dios verdadero, sino también a los dioses de
los paganos” (Valadés, Retórica Cristiana, 153; Beuchot, 1992:
157).
[2] La traducción es mía.
[3] Gentil significa, en este contexto, lo pertinente al
mundo indígena prehispánico, aludiendo a su condición pretérita infiel, previa
a la evangelización.
[4] Lakoff y Johnson
definen el aterrizamiento o anclaje de los conceptos
metonímicos en nuestra experiencia (1980: 39).