Acerca de las tópicas particulares en retórica

About particular topoi in rhetoric

Rodolfo Fernández

rffernandez44@gmail.com

Centro INAH., Jalisco

Guadalajara, México

Fecha de recepción: 15-10-15

Fecha de aceptación: 06-01-16

 

Fernández, R. (2016). Acerca de las tópicas particulares en retórica.

Quadripartita Ratio: Revista de Retórica y Argumentación, 1(1), 139-147. ISSN:2448-6485

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Resumen: Este trabajo trata sobre lugares en la retórica, sobre una tópica que yo he llamado en español “tópica en particular”, y traducido al inglés como “particular topoi”, que se refiere a todo un corpus de lugares retóricos, todos ellos conectados entre sí por un tema específico. Estoy mostrando dos ejemplos: el culto de los dioses y el culto de petróleo. El primer ejemplo se refiere a cómo el culto a los dioses tarascos ha organizado toda la obra maestra de la literatura del siglo XVI de Michoacán: la Relación de Michoacán. El otro ejemplo es una canción vernácula mexicana llamada Tampico Hermoso, cuyo texto está organizado por la tópica del culto al petróleo, la industria del petróleo entonces floreciente de Noreste de México, que trajo prosperidad a la zona y dio trabajo a los pobres a inicios  del siglo XX.

Palabras clave: tópica particular, lugares propios, retórica, epidíctica, Relación de Michoacán.

Abstract: This paper is about loci in rhetoric, about a set of topics that I have called in Spanish “tópica particular”, and translated into English as a “particular topoi”, which refers to a whole corpus of rhetorical loci, all linked between themselves by a specific subject. I am showing two examples: the cult of gods and the cult of petroleum. The first example refers to how the Tarascan cult to the gods has entirely organized the Michoacán’s XVI Century literature masterpiece: the Relación de Michoacán. The other example is about a Mexican vernacular song named Tampico Hermoso, whose text is organized by the topica of the cult to petroleum, the then flourishing oil industry of North Eastern Mexico, which brought prosperity to the area and gave jobs to the poor in the early Twentieth Century.

Keywords: Particular topoi, proper loci, Rhetoric, epideictic, Relación de Michoacán.

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Este trabajo tiene por objeto reflexionar sobre las tópicas particulares en retórica, en la medida en que ofrecen valiosas pautas interpretativas de los textos que analizamos, con énfasis en los discursos de conocedores de la retórica, por formación, o herederos culturales de la disciplina. Lo ilustro a partir de dos ejemplos de índoles muy diferentes, que espero enriquezcan el panorama. El primero es el de la Relación de Michoacán, una joya de literatura novohispana del siglo XVI. El segundo es una canción vernácula llamada Tampico Hermoso, buen ejemplo de la epidíctica popular mexicana de las primeras décadas del siglo XX.

Esto suena desmesurado, pero ambos textos tienen en común estar estructurados por una ingeniosa tópica particular, construida a partir de lugares propios de cada uno.

Ambos autores urdieron sus textos basados en tópicas creadas ex profeso. La Relación de Michoacán está organizada en torno a la tópica del culto a los dioses, que todo lo explica en función de la divinidad. La canción Tampico Hermoso se explica desde la tópica del culto al petróleo, actividad productiva que todo lo resolvía en la parte del noreste de México, donde en el siglo XX temprano fluía dicho hidrocarburo a borbotones.

Desde la óptica aristotélica, Bice Mortara Garavelli consigna un tipo de lugar retórico que llama propio. Es el “argumento extraído «de las circunstancias» [que] entra en el ámbito de los lugares propios pues depende de elementos específicos de cada uno de los temas tratados” (2000: 97).

La tópica del culto a los dioses

Jerónimo de Alcalá, en su explicación del mundo a partir de Dios en la Relación de Michoacán, armó la tópica del culto a los dioses, representada por un concepto metonímico de su creación y articulación, que era “traer leña para los cúes”, que son los adoratorios de los dioses. Yo, a partir de George Lakoff y Mark Johnson, he explicado la importancia de ese concepto metonímico en la representación de todo lo involucrado en dicho culto. El acto de traer la leña para los cúes se privilegia en la semántica de la Relación de Michoacán, aun sobre la práctica específica de la adoración.

Por su trascendencia en la vida tarasca, la tópica del culto a los dioses y el concepto metonímico escogido para representarla se usan constantemente a lo largo del texto, por lo que verás como lector que tardas poco en percatarte de cómo esa fórmula, o sus partículas, representan el total de la constante veneración debida a los dioses como vía de trascendencia.

Por otra parte, la lectura de la Relación de Michoacán desde la perspectiva retórica me reveló la profunda presencia luliana en el discurso del mito de origen, por la manera en que está organizado, a partir del primer sujeto de la combinatoria luliana que es Dios, en un esquema en que los exempla vernáculos mucho contribuyen a la argumentación del discurso central: explicar el dominio de un grupo tarasco, los uacúsecha, sobre los demás pueblos michoacanos, en función del culto a los dioses. El grupo dominante es el protegido del dios principal, por razones de alcurnia y por la práctica de los actos rituales que implican un trabajo arduo y constante. Su señor es el más poderoso, pero siempre en función de su asiduo ejercicio del culto a los dioses.

La línea de transmisión de conocimiento entre Llull y Alcalá parece venir por los franciscanos, a cuya orden pertenecía Alcalá por vías de comunicación propuestas por varios autores, destacando entre ellos Mauricio Beuchot (1992: 156), Fernando Domínguez Reboiras (1996, 2007) y Linda Báez Rubí (2005). La obra luliana de que abrevó Alcalá, según esta línea de reconstrucción, viene de un texto pseudo luliano del siglo XVI, llamado In rhetoricam isagoge.

Linda Báez advierte que una de las características más prominentes de la obra místico-contemplativa de Llull es la necesidad de recordarle constantemente al hombre el deber que tiene de dirigir sus alabanzas a Dios (que se manifiesta en la acción de sus dignitates), puesto que al hacerlo lo reconoce [141] como creador de todas las cosas que hay en el universo y que han sido puestas en tan gran orden con sus propiedades a disposición de él.

Por lo mismo, como retribución al servicio que Dios le hizo al ser humano en materia de bienes […] es necesario que el hombre dé gracias a Dios, hecho que se manifiesta expresivamente en dos acciones: el servirlo […] y el honrarlo […] mediante la alabanza (Báez Rubí, 2005: 540).

Alcalá, en la tópica del culto a los dioses recuperada de los informantes michoacanos, sobre todo uacúsecha, articula de manera magistral la argumentación discursiva de la epopeya tarasca recordándonos constantemente el deber de alabarlos[1]. Pertenecían a un mundo politeísta, que Alcalá retrata espléndidamente, reconstruyendo las relaciones entre estructura y superestructura de manera magistral. Dioses y protagonistas conversan e interactúan constantemente en un universo, en que ambos lados influyen sobre el opuesto y los dioses necesitan de sus seguidores humanos; luchan entre sí por el favor de los devotos. Nótese que el circuito de interacción se inicia por un servicio de los dioses a sus fieles.

En el siguiente apartado extraeré varios ejemplos del empleo de dicha tópica para ilustrar su nivel de presencia en la organización de la realidad cotidiana, por la eficiencia de su uso, como por la variedad de sentidos que se le da en la obra al concepto metonímico —que definiré enseguida— de “traer leña para los cúes”, que implica el cumplimiento con los preceptos divinos de que se deriva el favor de los dioses, como la trascendencia de quienes les rinden la pleitesía adecuada.

Traer leña para los cúes, en términos objetivos, significa simplemente subir al cerro a buscar y traer la leña que se utilizará en los fuegos votivos que se encienden en los altares dedicados a los dioses. Los cúes son los altares y pueden ser desde pequeños montículos de piedra encimada, hasta edificios piramidales de buena hechura, a veces utilizando protuberancias naturales del terreno, en cuya cúspide se encendían los fuegos adoratorios.

Para definir al concepto metonímico recurro a George Lakoff y Mark Johnson. La metonimia es un proceso que tiene una función primaria referencial, que nos permite usar una entidad para representar a otra, pero ésta no es tan sólo un dispositivo referencial sino que también tiene la función de proveer entendimiento. No se trata sólo de representar el todo por la parte, más bien de escoger una característica particular del todo que esté asociada a la parte que se emplea para representarla (Lakoff y Johnson, 1980: 36). 

Traer leña para los altares es la parte que representa a todo el rito de adoración. Los conceptos metonímicos: “son parte del modo ordinario y cotidiano en que pensamos, actuamos y hablamos”[2] (Lakoff y Johnson, 1980: 37).

En la Relación de Michoacán el cumplimiento con el dios se significaba en términos de la práctica constante de traer leña para los altares. El cumplimiento de este rito se asociaba a la condición justa de individuos y grupos. Los transgresores eran los que dejaban de llevar leña a los altares —real o metafóricamente—, es decir, los que no actuaban conforme al canon divino. Así, el que no traía constantemente leña para los altares contravenía las leyes divinas y, en consecuencia, las terrenales. En este contexto se despliega por toda la obra su principal urdimbre retórica, la referida tópica del culto a los dioses.

Todo cobraba sentido en torno a esa latría a Curicaueri, su dios principal, a su práctica u omisión, de las que resultan los razonamientos principales del relato, cuya idea troncal, a ese nivel, era legitimar al grupo dominante entre los tarascos, los uacúsecha, para que continuasen sus privilegios después de la Conquista. En ese contexto, en la tópica cristiana medieval que tuvo sentido hasta el fin del siglo XVIII, todo giraba en torno a Dios, todo se explicaba en función de él.

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En los tiempos teocéntricos la actividad productiva predominante había sido simbólica y era para servir a Dios, como sucedía en la Relación de Michoacán: quien estaba —metonímicamente— envuelto en el culto a los dioses trascendía en sus relaciones sociales, incluyendo a las relaciones que implicaban la superestructura. Todo lo positivo se significaba en términos de una mayor observancia de los cánones pertinentes.

En un intento de registrar el nivel de internalización que el concepto metonímico de “traer leña para los altares” gozaba entre los tarascos del fin de la época prehispánica, busqué los sentidos con que la expresión se emplea en la Relación de Michoacán. Encontré una amplia gama de significados, que implica su profunda articulación en los universos semánticos y conceptuales de sus hablantes. En otras palabras, sus esquemas organizativos de la realidad se perciben fuertemente subyacidos por el concepto metonímico, como por la acción implícita en él, de ir por leña para los altares, en lo cotidiano y lo simbólico.

Los usos de la expresión “traer leña para los cúes” que logré identificar en la epopeya tarasca muestran diez sentidos distintos (Cuadro 1).

 

Usos del concepto metonímico  “traer leña para los cúes

1.

El sentido de sublimación.

2.

Promover actos de culto y evitar la vida licenciosa.

3.

Una manera de acumular méritos con el dios.

4.

Rito fundacional o toma de posesión (territorialidad).

5.

Como parámetro de devoción.

6.

Idea de pertenencia a un dominio (territorialidad).

7.

Satisfacción con el lugar de asentamiento (territorialidad).

8.

Afirmación de dedicatoria al dios (territorialidad:

instituyendo un  geosímbolo).

9.

Para significar amnistía.

10.

La palabra leña como metonimia de la alabanza entera.

Cuadro 1. Los sentidos del concepto metonímico “traer leña para los cúes”.

He aquí la síntesis de los fragmentos textuales que contienen los ejemplos.

Caso 1: El sentido de sublimación

Dos hombres llegan a casa del señor Tariácuri. Los manda recibir. Su mujer gustosa les acoge. Les ofrecen comida y bebida. Pero Tariácuri se excusa y los deja diciendo que irá al monte a cortar trébol para el resfriado. En cuanto sale el marido, la mujer se emperifolla y toma las riendas del festín.

Alcalá relata cómo “les escanciaba y ellos empezaron a retozarla y estuvo con ellos aquella noche”. Y como venían tiznados, la tiznaron también a ella. Más tarde, Tariácuri la descubrió borracha y manchada de hollín, pero ella fingió estar enferma. Sin embargo, Tariácuri no la tocó, y regresó al monte. Dolido del engaño, pasaba todo el tiempo trayendo leña para los cúes. No iba a su casa; se quedaba en “la casa de los papás”, finca en que se reunían los ancianos. El acto de sublimación que implicaba no castigar a la adúltera con la muerte conforme a la costumbre y dedicarse en cambio al culto a los dioses, lo considero profundamente luliano, en la medida que implica poner lo divino por encima de las relaciones humanas.

Caso 2: Promover actos de culto para evitar la vida licenciosa

Ante la infidelidad de su mujer, Tariácuri acudió a uno de sus pares, Zurumban, a pedir consejo. Éste lo recibió llamando a dos de sus mujeres a cuidarlos mientras se embriagaban y discutían. Entonces Tariácuri sí bebió. Al amanecer, Zurumban preguntó a las mujeres si Tariácuri se había juntado con ellas y contestaron que no. Entonces exclamó: “ciertamente es señor”. La siguiente noche, Zurumban le ofreció de beber, pero Tariácuri le sugirió no hacerlo esa noche. Le propuso que, en vez, fuesen a la troje de los dioses, pues quería decirle algo. Tariácuri reprendió a Zurumban por beber mucho y hacerlo diario, y le aconsejó que, en cambio, fuese a “traer leña para los altares”. En este caso el vocablo significa hacer el bien para alejarse de la vida permisiva trayendo leña para los adoratorios.

Caso 3: La acumulación de méritos con el dios

En una ocasión Tariácuri huye para salvar su vida, y su suegro y colega Zurumban lo recibe fingiendo [143] compasión, pero eludiendo el compromiso de darle asilo. Usa la excusa de que, donde él está, no hay el volumen de leña que Tariácuri requiere para los altares por su condición exageradamente devota. Aquí, “traer leña para los altares” significa la acumulación de méritos con el dios y Tariácuri no cesa de hacerlo.

Caso 4: A manera de rito fundacional o toma de posesión

Hacia el fin del peregrinar mítico del grupo tarasco dominante, los uacúsecha, por 1325, un señor local, Hapári, por fin los recibe con sinceridad, les hace un adoratorio y casas para el señor y sus ancianos. A ese lugar empieza su gran señor Tariácuri a “traer leña para los altares”. El acto de adoración significa al rito fundacional de un futuro Estado y del lugar de organización universal de su señor principal.

Caso 5: “Traer leña para los altares” como medida de devoción

Muere un cacique rival de Tariácuri, y su hijo resulta poco señor. Tariácuri alega que, aunque trajo leña para los altares, sólo lo hizo durante poco tiempo y luego murió. Su historial de alabanza al dios no le había sido suficiente para trascender. Su conversión fue tardía. ¿Sería por conveniencia? Por eso Tariácuri y sus herederos adquirían con mayor intensidad el derecho a conquistar al señorío del joven no merecedor.

Caso 6: La idea de pertenecer a cierto dominio

Dos pueblos acuerdan “llevar leña para los altares” al mismo lugar, para dar idea de pertenencia, en ambos casos al territorio protegido de un mismo dios, significando unidad de ambos en su superestructura, como en la vida objetiva. Es el caso de Xarácuaro, el primer pueblo en reconocer el derecho a dominarlo por los uacúsecha.

Caso 7: Satisfacción con el propio lugar de asentamiento

“Traer leña para los cúes” es en este caso indicador de satisfacción con el lugar de asentamiento que se tiene. Ocurre cuando Tariácuri pregunta a sus herederos qué opinan sobre el lugar en que se han afincado y le responden que es muy bueno. Tariácuri insiste y le reiteran que es ahí donde “traerán leña para los altares”.

Caso 8: Afirmación de dedicatoria a cierto dios

Esto se observa en un pasaje de la Relación de Michoacán en que los jóvenes herederos del gran señor salieron a la guerra y, tal como Tariácuri les había ordenado, llevaron cautivos a Pátzcuaro, donde sacrificaron a 20 en un nuevo adoratorio, para su dedicación, y empezaron a “traer leña para los cúes” a ese lugar, así como a traer más cautivos.

Caso 9: Para significar amnistía

Por orden del señor Tariácuri, uno de sus herederos, Tangánxoan, mató a su hermano Curátame, y al huir los criados del difunto, Hirepan, el segundo de los herederos los calmó y los detuvo. Les dijo que trajesen a ese lugar leña para los cúes e hiciesen ahí sus ofrendas. Además, implicó la aceptación e incorporación de los susodichos criados al servicio de los nuevos señores.

Caso 10: La leña como metonimia de la alabanza entera

Ocurre cuando Tangánxoan, el referido hijo del señor, narra cómo había puesto leña al lado de una encina y luego, dormido, había visto venir una vieja que se había identificado como la diosa Xarátanga. Ésta le suplicó que la llevase consigo a Michoacán, porque su madre —de la diosa— no sacaba provecho de ella y, en consecuencia, le gente ya no le temía “ni le traía leña para sus cúes”. Por eso le pidió a Tangánxoan que la cuidase y ella, en retribución, cuidaría de él.

La tópica del culto al petróleo 

La segunda de las tópicas particulares es la identificada en el texto de la canción Tampico Hermoso, donde todo se explica en términos de la actividad productiva predominante de aquella ciudad, que hacía felices a los pobres porque les daba empleo.

[144]

Así, el autor urdió la tópica particular del culto al petróleo. La canción entera, y sobre todo hasta la estrofa 9, está articulada por ella.

He aquí la letra hasta dicha estrofa:

Tampico Hermoso

(Versión publicada por Vicente Mendoza)

1. Como en un sueño en mi mente vi pasar

aquellas horas feliz en que me hallé,

 cuando en Tampico, sin poderlo negar,

 gocé de glorias y dichas y placer.

2. Y no encontrando de qué modo compensar

 los beneficios de ese puerto seductor,

 he decidido con mis poemas ensalzar

 los grandes méritos que tiene en su favor.

3. ¡Tampico hermoso! ¡Oh puerto tropical!,

  eres la gloria de todo mi país

 y por doquiera de ti me he de acordar,

 con tus tesoros al pobre haces feliz.

4. Son tus campiñas petroleras un primor,

miles de obreros allí encuentran salvación;

con las riquezas que tienes alrededor,

eres orgullo de todita la nación.

5. Mata Redonda, Chinampa y Amatlán,

con Zacamixtie, Potrero y Cerro Azul,

están rodeados de pozos sin contar,

siendo un conjunto de gran excelsitud.

6. Todo el tesoro petrolero del país

está situado en tierra de Veracruz,

pues desde Tuxpan hasta Pánuco también

miles de antorchas aceiteras dan su luz.

7. En todo el ámbito de Tuxpan a Tampico

los capitales prosperan sin cesar;

allí el obrero muy pronto se hace rico

cuando la suerte le ayuda a laborar.

8. Desde el empleado hasta el más humilde peón

buenos salarios todos ganan por doquier

y diariamente llega mucha inmigración

de todas partes llegan en pos de quehacer.

9. Por la importancia, y su grande opulencia,

y las riquezas que tiene alderredor,

los extranjeros titulan con certeza

al gran Tampico, segundo Nueva York.

Véase cómo en las tres primeras estrofas se prepara el campo para utilizar la tópica particular que les da sentido, y en la cuarta dice:

Son tus campiñas petroleras un primor,

miles de obreros allí encuentran salvación;

con las riquezas que tienes alrededor,

eres orgullo de todita la nación.

Dicha estrofa, la cuarta, sigue con fuerza la narración diciendo, de la zona de influencia de Tampico, que sus campiñas petroleras son un primor y con ello da cuenta de la actividad productiva y de la magnitud de la oferta de trabajo que ésta representa para los pobres. Y esto es a tal grado importante, que hace de Tampico orgullo de la nación entera gracias al petróleo.

En la quinta estrofa enumera varios de los campos petroleros emblemáticos de la zona, rodeados de innumerables pozos, que en grupo constituyen “un conjunto de gran excelsitud”. Véase la bucólica transformada a las exigencias de la época. Sigamos con el relato. En las estrofas 7 y 8 se precisan los beneficios y agraciados beneficiarios del petróleo. Los capitales prosperan sin cesar y el obrero pronto se hace rico, cuando la suerte le ayuda.

Pero la estrofa 9 es la apoteosis de la alabanza ingenua. Compara Tampico con Nueva York. Este cuarteto es la culminación de la narratio. Y parece marcar el fin de la canción original. Y todo esto se logró gracias al crudo que producía la comarca.

La tópica del culto a los dioses y su significado en la cultura local

Veamos ahora el nivel de aterrizamiento de la tópica del culto a los dioses en el léxico empleado por el autor de la Relación de Michoacán, que de [145] alguna manera hereda rasgos de semántica tarasca previa a la conquista (Lakoff y Johnson, 1980: 39). No en balde Alcalá da al concepto metonímico de “llevar leña para los altares” los diez sentidos arriba enumerados. La tópica del culto a los dioses en el discurso de Alcalá daba sentido a su universo conceptual, objetivo y simbólico. En la Relación de Michoacán, la tópica del culto a los dioses organiza todo el texto de manera magistral y verosímil.

La tópica del culto a los dioses en la Relación de Michoacán implica, de parte del relator, haber identificado una práctica tan tarasca dentro de todo su espectro ritual, con una carga de sentido suficiente para articular el rito de culto a los dioses. Es mi conjetura que Alcalá se percató de que “llevar leña para los altares” podía significar desde el acto objetivo de ir por ella: buscarla, cortarla, escogerla, atarla y traerla; hasta toda una gama de significados tendientes al cumplimento óptimo con la divinidad. Se trata de una divinidad gentil[3], pero respetada por el autor, quizá por haber sido éste partícipe de la filosofía luliana respecto de otras culturas: la del respeto a su otredad. Sus universos cabían en la idea luliana de organización de la realidad.

La tópica teocéntrica de su autor sugiere un notable entendimiento de los universos conceptuales de sus objetos de conocimiento, incorporándolos con sutileza a su esquema universal luliano. Y entonces recrea subuniversos, quizá diacrónicos, en que algunos de sus actores se comportan en contextos prehispánicos de manera coherente con la filosofía universalista del autor.

Todos eran respetables, al menos en la medida en que se relatan pasajes trascendentales del mito michoacano de origen, ejemplificados con relatos vernáculos. Del detalle con que sabemos fueron registrados esos eventos, inferimos su confiablidad. Se podría pensar en una etnografía inconsciente, articulada por el vocablo “traer leña para los cúes”.

¿Toda esta urdimbre cultural asociada al culto a los dioses se podía representar con la repetida fórmula? Propongo que fue por tratarse de una práctica que llamaba la atención, por ocurrir en buena medida en lugares públicos. Los retratados bajaban del cerro con cargas de leña y el propio gran señor lo hacía de manera objetiva frente a todo mundo. Con ello pagaba parte de su tributo. Pero con la misma expresión textual se podía significar que había tenido conductas loables ante los dioses; como cuando Tariácuri perdonó la vida de su mujer, la casquivana. Y para sublimar la frustración del engaño iba constantemente al monte a “traer leña para los altares”.

Y de alguna manera cortaba doble leña, la objetiva y la simbólica; ésta por haber perdonado a la álgida curinguareña. Todo un entramado simbólico ligado al culto estaba representado tan sólo por el acto ir por leña, concepto metonímico que significaba toda la latría michoacana.

No estoy seguro si podré identificar algo semejante en Tampico Hermoso, pero procedo. De entrada no encuentro un recurso como el concepto metonímico de traer leña para los altares, que significaba prácticamente toda la vida ritual y simbólica. El autor de Tampico Hermoso, Samuel Lozano, urdió su tópica particular del culto al petróleo. La canción entera, hasta la estrofa novena está articulada por ella. La tercera y cuarta líneas de la sexta estrofa son buen ejemplo del uso de esa tópica particular, cuando dicen que en el norte de Veracruz, “desde Tuxpan hasta Pánuco también miles de antorchas aceiteras dan su luz”. Esto es el colmo de la delicia textual.

En las estrofas séptima y octava se precisan los beneficios y los beneficiarios de aquella abundancia y, por lo tanto, de la tópica de su culto. Los capitales prosperan sin cesar y el obrero pronto se hace rico, cuando la suerte le ayuda. Pero la estrofa novena, la comparación de Tampico y Nueva York es la apoteosis de la alabanza ingenua. Y todo eso gracias al petróleo. ¿Qué más se podría decir de este “puerto tropical”?

Reflexión

Véase la importancia de las tópicas particulares desde la perspectiva de la retórica. Obsérvese, por [146] ejemplo, la urdimbre de ideas contenidas en el concepto metonímico de traer leña para los adoratorios, con toda una gama de significados encontrados en un primer acercamiento, que da idea del grado de aterrizamiento[4] semántico de la expresión: diez aspectos distintos del acto de traer leña para quemar en los altares. De esa amplitud era la gama de significados de esa tópica particular. Entre más significados tenga en término en un léxico comarcal, más enraizado se encuentra en la cultura local.

Véase también la obra de Samuel Lozano, su Tampico Hermoso, tan valiosa en su registro popular, como la de Alcalá en el culto. El verso comparativo de Tampico y Nueva York, además de ser un prodigio, cobró sentido porque Tampico ganó importancia gracias a la tópica particular del culto al petróleo que Lozano urdió. Sin ella, la tierra de su agradecimiento jamás habría sido el segundo Nueva York.

Nótese cómo estas tópicas particulares, cultas o populares, pueden ser muy valiosas y, quizá, trascendentales tanto para quien las emplea, como para quien busca encontrarlas en textos de otros autores al proceder a su análisis.

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Bibliografía

  1. Báez Rubí, L. (2005). Mnemosine novohispánica: retórica e imágenes en el siglo xvi. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas.

  2. Beuchot, M. (1992). Retórica y lulismo en Diego de Valadés. Studia Lulliana, 32, 1, (86), 153-161.

  3. Curtius, E. R. (1998). Literatura europea y Edad Media latina. México: Fondo de Cultura Económica.

  4. Domínguez Reboiras, F. (1996). “El proyecto luliano de predicación cristiana”. En Domínguez, F. y Salas, J. (eds.). Constantes y fragmentos del pensamiento luliano:Actas del simposio sobre Ramón Llull en Trujillo, 16-20 de septiembre de 1994 (pp.117-132). Tubingen: Max Niemeyer Verlag.

  5. Domínguez Reboiras, F. (2007) Una lectura del Llibre des Meravelles como Ars Predicandi. Caplletra (43), 131-160.

  6. Lakoff, G. y Mark, J. (1980). Metaphors we Live By. Chicago/Londres: The University of Chicago Press.

  7. Lullo, R. (2002). Arte Breve. Milán: Bompiani.

  8. Lullo, R. (1983). Llibre des Meravilles (El Félix). (ed. De M. Gustà, pról. de J. Molas, 2a. ed.), Barcelona: Edicions 62 / La Caixa.

  9. Lullo, R. (1990). El Blanquerna. México: Editorial Porrúa (Sepan Cuántos, núm. 595).

  10. Mortara Garavelli, B. (2000). Manual de retórica. Madrid: Cátedra.



[1] Advierte Beuchot cómo “el sujeto abarca no sólo al Dios verdadero, sino también a los dioses de los paganos” (Valadés, Retórica Cristiana, 153; Beuchot, 1992: 157).

[2] La traducción es mía.

[3] Gentil significa, en este contexto, lo pertinente al mundo indígena prehispánico, aludiendo a su condición pretérita infiel, previa a la evangelización.

[4] Lakoff y Johnson definen el aterrizamiento o anclaje de los conceptos metonímicos en nuestra experiencia (1980: 39).